Hace 30 años el mundo se estremecía ante el brutal ataque perpetrado contra Mónica Seles durante un partido de tenis en Hamburgo. La ex número uno del ranking se encontraba sentada en un descanso, durante un partido en Hamburgo, cuando un desconocido se metió a la cancha y le asestó una puñalada por la espalda. Esta semana el diario Bild dio a conocer que el fanático demente, que quiso terminar con la carrera de la jugadora falleció a los 68 años.

El fatídico hecho transcurrió el 30 de abril de 1993, mientras Seles se enfrentaba a la búlgara Magdalena Maleeva y en el momento en que se fue a sentar en el banco, entre games, un espectador de origen alemán llamado Günter Parche la apuñaló con un cuchillo de 23 cm. La herida de unos cuatro centímetros de profundidad quedó a milímetros de la columna vertebral de la tenista, que tuvo que ser hospitalizada y luego permaneció más de dos años fuera del circuito por las graves secuelas psicológicas.

Al día siguiente de la agresión, los organizadores del Open de Hamburgo y de la Asociación de Tenis Femenino, decidieron continuar con el torneo como si nada hubiese ocurrido, mientras Seles estaba herida y hospitalizada.

Días después, Parche confesó que atentó contra la vida de la jugadora, porque era fanático de Steffi Graf y quería que recupere el puesto número uno del mundo, clasificación que justamente había perdido frente a Seles en 1991.

Tras el juicio se comprobó que el agresor tenía problemas mentales y fue sentenciado a dos años de libertad condicional y a someterse a un tratamiento psiquiátrico. Solo estuvo seis meses en prisión. Esta semana el diario Bild informó que Günter había muerto en agosto del año pasado, en soledad, mientras recibía tratamiento paliativo, en un centro de salud.

Seles tuvo 28 meses sin competir, con ataques de ansiedad, depresión y sobrepeso, su regreso fue instable y anunció su retiro en 2008. El atentado sin precedentes, puso en tela de juicio la seguridad en los torneos de tenis y modificó los protocolos para resguardar a los jugadores.

El único apoyo fue de Gabriela Sabatini

Cuando ocurrió el atentado, Seles era la número uno del mundo y tras meses de inactividad se debería haber congelado su ranking para que su regreso no hubiese sido tan traumático y contara con algunos beneficios, pero no fue así. Todas las tenistas votaron en contra y solo Gabriela Sabatini fue quien consideró que se debía respetar la ubicación en el escalafón mundial para su regreso.

“Por aquellos día hubo una reunión en Roma con 17 de las mejores jugadoras del circuito. Allí se votó si había que congelar o no mi ranking durante mi recuperación, aunque nadie sabía lo que podría durar. Todas las tenistas votaron por su propio beneficio, excepto Gabriela Sabatini, que se abstuvo. El resto, votaron en contra”, escribió en su autobiografía Mónica Seles.

 Y añadió: “Me dolió mucho cuando me enteré, aunque desde un punto de vista comercial, tampoco me sorprendió. Subir una simple posición en el ranking significa más dinero y nuevos sponsors, así que la gente ganaría más dinero estando yo fuera. De hecho, un sponsor que estaba a punto de cerrar antes de la agresión, me dejó tirada y se fue con Steffi”

“Fue la misma decepción que cuando me enteré que no se había cancelado el torneo, todo era un negocio, pero era difícil asimilarlo cuando la herida de mi espalda todavía estaba reciente”, concluyó.