Por segunda vez en 24 horas, y en circunstancias idénticas al crimen de Héctor Raúl Figueroa, en barrio Tiro Suizo, otro taxista murió ejecutado a balazos este miércoles a medianoche, dentro de su auto, en la zona sur de Rosario. El servicio de taxis, por lo tanto, se encuentra suspendido. 

Ocurrió en la misma jornada en la que el ministro de Seguridad, Pablo Cococcioni, aseguró que el primer homicidio no tuvo relación con la política carcelaria del gobierno, ni con haber difundido fotos de presos en Piñero desnudos y sometidos “a lo Bukele”

Incluso, el ministro insinuó responsabilidad de la víctima en su fatal destino por no haber transitado por el corredor seguro asignado por protocolo de seguridad. 

Hacia las 23.30 de este miércoles, en la esquina de las calles Marcelo T. de Alvear y Garmendia, los vecinos escucharon disparos cercanos y así divisaron un taxi marca Volkswagen detenido en la bocacalle. En su interior yacía el chofer con un balazo en la cabeza. Se llamaba Diego Celentano, de 38 años, conducía el taxi cuya titular es su esposa, y solía tener parada en la terminal de ómnibus Mariano Moreno.

La escena del crimen está atrás de las piletas del polideportivo municipal del barrio Saladillo y del monumento a Evita, La Mandarina. 

Un detalle que reforzó el vínculo de este crimen con el del taxista Figueroa fue la presencia de una zapatilla abandonada junto al vehículo.

El martes a la noche, Héctor Figueroa, de 43 años, levantó un pasajero en Uriburu y Vuelta de Obligado, y lo trasladó hasta Flammarión y Lamadrid. Allí fue ejecutado con una decena de disparos por un segundo hombre que luego huyó junto con el pasajero. También allí quedó una zapatilla abandonada.

Luego se supo que las balas empleadas para acribillar al chofer salieron de la policía, puesto que tenían impreso la sigla PSF (Policía de Santa Fe), como las que el gobierno provee a la fuerza de seguridad. 

La policía investiga por estos momentos las alternativas de este nuevo caso que habrá de generar un cisma en la cartera de Seguridad.

El gobernador Maximiliano Pullaro dijo ayer durante la visita de Mauricio Macri a Rosario que “hay que controlar la cárcel para controlar la calle”, y así justificó su política carcelaria. “Si no entienden que deben dejar de mandar a matar, vamos a ajustar las tuercas y no la van a pasar bien”, desafió por la tarde.

Por la noche, mataron a otro taxista, el segundo en 24 horas.