Rosario, que se considera una de las cunas de la cultura nacional, sigue con su merma de centros culturales. Esta vez es el caso de La Angostura, un reducto de barrio República de la Sexta que cuenta con más de 15 años de trabajo. Por no poder afrontar sus gastos, quienes mantienen el lugar deberán bajar las persianas en diciembre, cuando termine el contrato de alquiler. 

Este cierre se suma a la sangría de larga data que se agudizó en la pandemia y que se llevó a espacios emblemáticos como Berlín y Jekyll & Hyde, y una veintena de reductos de variadas características. Las causas: la picota de la construcción vinculada al negocio inmobiliario, la falta de reglas claras en materia de ordenanzas y la estocada final de una crisis económica que empantana a gran parte de la sociedad.    

Marcelo Dalzotto es el presidente de la asociación civil que lleva adelante las acciones de La Angostura. En diálogo con Rosarioplus.com, lamentó la decisión del propietario de no renovarles el contrato. Según el gestor cultural, el dueño del inmueble tiene "otros intereses" con la edificación y ante una posibilidad de venta en una de las zonas más cotizadas de Rosario elije sacarlo del mercado del alquiler. 

“El dueño decidió no renovarnos el contrato. Nosotros queremos seguir trabajando, pero dadas las características de nuestro espacio y los escasos recursos con los que contamos, se nos hace imposible salir a buscar una propiedad cuando el mercado inmobiliario pide por este tipo de propiedades arriba de 170 mil pesos mensuales de alquiler", expuso. "Esto es una sentencia de muerte para nosotros”, advirtió luego.  

Dalzotto señaló que hace tiempo el centro cultural viene "padeciendo" las políticas culturales de la ciudad, donde los espacios como La Angostura, “si no se plantean dentro del negocio quedan a la deriva”. “Pedimos al Estado que se interese por nosotros, ya que hace 15 años que estamos trabajando en el barrio, donde tejimos fuertes lazos con los vecinos”, subrayó.

“Nunca paramos. Incluso en la pandemia se trabajó fuerte para sostenerlo, además de la ayuda que dimos a los vecinos en ese momento de dificultad. Trabajamos de manera solidaria acercando comida a los artistas que estaban desprotegidos”, señaló.

La Angostura, otro espacio cultural de Rosario que cerrará sus puertas preso del mercado inmobiliario

La historia de un punto de encuentro colectivo nacido al calor del 2001

Los espacios participativos comenzaron a florecer después del 2001. De las asambleas barriales, constituidas de manera espontánea, surge el trabajo popular colectivo como respuesta. Esa salida organizada fue la llama del nacimiento de este espacio cultural gestado en la Asamblea Popular de Barrio Republica de la Sexta.

La cultura fue una forma de expresar el cansancio hacia la clase política que implantó el neoliberalismo, y también un refugio de contención para quien así lo quisiera. Danza, teatro y música forman hasta hoy la grilla de este centro cultural, por donde pasaron artistas de la talla de Suma Paz, Rafael Amor y Mamita Peyote y, que todos los años, llegada la Navidad, se anima a sacar las sillas a la vereda, cortar la calle e invitar a los vecinos a una fiesta popular  como las de antes.     

La sangría de espacios culturales en una ciudad que se definió como capital de la cultura

Patricio Pietri del Colectivo Rosarino de Espacios Culturales (Crec) dijo a Rosarioplus.com que la gran mayoría de los centros culturales funcionan en propiedades alquiladas lo que suma un costo muy oneroso a su mantención. Además agregó que la falta de normativa, tanto en materia de habilitación como de funcionamiento, entabla otro problema que es de larga data, pero se vio más a flor de piel durante la pandemia, donde los artistas tuvieron que enfrentarse a situaciones de apremio.

La mayoría de los centros culturales llevan adelante un modelo de negocio que se basa en la autogestión, es decir, que se sustentan en base al trabajo de los miembros que forman parte del mismo y a partir de las entradas de dinero por los servicios o productos que ofrecen a la sociedad.

Se trata de organizaciones económicas chicas y que soportan con fuerza las embestidas de las dificultades económicas, donde parte de la sociedad opta cercenar gastos por el lado de la distracción y las actividades recreativas. Asimismo, se adiciona el hecho de que hay lugares que se desempeñan en la ilegalidad al no encontrar una normativa que los represente, debiendo enfrentar reiteradas clausuras por parte del Estado.

La ordenanza 7218 regula los espectáculos públicos y las actividades ligadas a locales bailables. De esta forma, el anteproyecto de Ordenanza presentado al Concejo busca abarcar en su normativa una multiplicidad de situaciones del sector cultural el cual se manifiesta de manera diversa.  

Entre ellas, desde el Crec solicitan la creación de una nueva categoría bajo el nombre Espacios de Trabajo Cultural Independientes (ETCI). La puesta en marcha de una comisión que acompañe el proceso de registro y habilitación de dichos espacios para generar un puente entre los actores culturales y el Estado y el armado del Registro Municipal de Espacios de Trabajo Cultural Independiente, donde se tenga seguimiento de las propuestas que funcionan en la ciudad y se fomente el circuito cultural alternativo.