Desde que se dictó el aislamiento social y obligatorio en el marco de la pandemia COVID-19 se suspendieron todas las actividades en los Espacios Culturales, y luego de casi tres meses un 10 por ciento de éstos debieron cerrar sus puertas del todo por volverse insostenibles, mientras algunos se reconvirtieron en delivery de su buffet y otros ofrecen algún taller de modo online.

Fue entonces que se organizaron para reclamar una esperada ordenanza que los regule, para así encontrar varias posibles salidas a la crisis entre subsidios de emergencia, créditos, habilitaciones de clases online, y más adelante, la paulatina reapertura bajo protocolos, como nuevas formas de trabajo adaptadas en esta llamada “nueva normalidad”.

Nucleados bajo el nombre de Colectivo Rosarino de Espacios Culturales (CLEC, anteriormente conocidos como ECUR), ellos mismos relevaron su sector que promueve talleres y espectáculos sociales, y contabilizaron un total de 70 espacios, aunque de éstos, cerraron La Bartolina, Le Bal, Bracco, Quilombo 27, Club 1518, Combo Club entre otros.

Mas allá de la crisis por la pandemia que hizo un parate en la sociedad y su economía, el sector viene golpeado de cuatro años de recesión, y destacan como “histórica a la ausencia de políticas culturales municipales y provinciales para acompañar el desarrollo del sector", ya que recordaron que en los últimos años vienen cerrando otros espacios clásicos de la ciudad como El Olimpo, El Espiral, La Chamuyera, La Isla, Nómade, Bienvenida Casandra, Stop in Brazil, Nómade y Lúcuma bar.

Ante las actividades suspendidas, el pago de alquileres, servicios, impuestos, salarios, es inexistente y por eso advirtieron “una deuda impagable a futuro”.

Tratativas en pandemia y una ordenanza con historia

Según adelantaron, desde el CLEC mantuvieron reuniones con la secretaria de Cultura Carina Cabo, para reclamar permisos para el dictado de clases online, la creación de protocolos que permitan retomar paulatinamente las actividades, elementos de limpieza e higiene, y “poder resolver una deuda histórica: la creación de una normativa que nos reconozca como Espacios Culturales con el fin de lograr una habilitación acorde”. Sucede que hasta ahora, al no existir bajo normativa, el vacío legal conlleva que estos lugares se habiliten como pubs, bares, espacios de actividades físicas o comercios, y no se reconocen en ninguno de ellos.

El primer proyecto de ordenanza de estos espacios fue el de Fernanda Gigliani en 2015 cuando existía el ECUR, para crear un perfil por fuera de la ordenanza de espectáculos públicos (la n° 7218).  Luego hubo un segundo proyecto de María Eugenia Schmuck (la juventud radical entonces promovía el espacio Nómade), y un tercero de Ciudad Futura fue en 2016 que establecia los bares sociales y culturales, ya que este partido hasta ahora sostiene uno de los espacios que continúa, Distrito Siete, ahora adaptado con streaming de shows en vivo y con menúes de su buffet. Pero a falta de consensos en el Concejo se cajonearon los proyectos.

La concejala Marina Magnani preside la Comisión de Gobierno desde diciembre en el Concejo, y aseguró que “antes de la cuarentena allí se buscaba modificar la ordenanza 7218 para contemplar normativas de los espacios culturales, pero en cuarentena se suspendió toda actividad por fuera de este contexto, y recién en la semana que volvieron virtuales, no había reuniones de comisiones”.

Que exista o no una normativa específica "no modificará que se habilite los espectáculos por una cuestión sanitaria, para que haya distancia social, y esa es la discusión hoy. El primer problema es que los espacios culturales se caracterizan por los espectáculos, los que generan concentración de personas”, explicó.

Julián Gómez Lucero, del Espacio Cultural Puerta Naranja  explicó en La Canción del País de Radio Universidad que en su reunión con Cultura municipal "había una propuesta de plataforma digital que nuclee información de los espacios culturales como una vidriera virtual –estilo Vidrieras en Red-con la visualización a cada espacio, pero quedó en veremos”.

“Se habló de un protocolo para adecuarnos a una reapertura, está en proceso, hicimos varias presentaciones y nos dieron devoluciones y va avanzando”, consignó Gómez Lucero aunque además recordó que se pidieron “permisos para clases online de los talleres, subsidios o líneas de crédito, y nos dijeron que por esta emergencia de pandemia (circunstancial) están imposibilitados y no es fácil que se aprueben”.

Recordó que “son espacios de contención social de los diferentes barrios rosarinos, y en esta situación de emergencia varios deben cerrar, y los reclamos al municipio son para evitarlo”.