El rincón más empobrecido de Empalme Graneros está al límite del hastío, el dolor y la bronca, sensaciones que causan en el vecindario la violencia derivada del narcomenudeo y el desempeño policial que a veces desata más violencia.

Como ocurrió este jueves a la tarde en la zona de Juan B. Justo y Campbell, a pocos metros de la Capilla Santiago Apóstol y de la Escuela Nº 1319. Unos homicidas acababan de liquidar a un muchacho del barrio, Miguel Ángel Benegas, de 22 años, y herir a otro, Leonel B., de 19. Se había llamado a la ambulancia, pero tardaba en llegar. Y sí estaba presente la policía. La situación estaba tensa.

Uno de los pibes heridos, Benegas, parecía haber perdido sus signos vitales. Los vecinos querían llevarlo a un hospital, pero no podían porque los efectivos del Comando cruzaron camionetas en las esquinas y bloquearon las salidas. "Se cumplió la orden de Fiscalía, que pidió preservar la escena de los hechos", destacaron luego fuentes del Ministerio de Seguridad.

En ese momento, con las salidas del barrio bloqueadas, empezó la bronca con piedrazos a la policía. Y los agentes repelieron la agresión con disparos de armas largas. La escena duró varias horas, hasta entrada la noche incluso. Y convirtió a ese sector del barrio en un polvorín. Cuando llegaron los móviles periodísticos, fueron recibidos con piedras.

En la mañana del viernes, con los ánimos más calmados, una tía del joven muerto relató la escena. Y repitió el enojo con la falta de sensibilidad de los uniformados. El video al que pudo acceder RosarioPlus da cuenta de la gravedad de la situación. Lo llamativo es que por el hecho no haya habido ningún detenido. 

La parroquia Santiago Apóstol, a pocos metros de la balacera. La monja está preocupada por la inseguridad y todas las mañanas la gente busca alimentos allí.
La parroquia Santiago Apóstol, a pocos metros de la balacera. La monja está preocupada por la inseguridad y todas las mañanas la gente busca alimentos allí.

En la mañana después de la batalla campal, a cien metros de dónde llovieron balazos y piedras, la iglesia Santiago Apóstol reparte alimentos. Es una postal que se repite todos los días a esta hora, según cuenta la gente de Empalme. Ahora son las ocho de la mañana y a la fila van llegando casi todas mujeres, también una pareja de cartoneros con su carrito. Hay una lista muy prolija, en la que cada uno anota su nombre cuando se lleva un paquete de fideos, uno de arroz, un kilo de azúcar y una leche en caja.

La responsable de la parroquia es Graciela, una monja franciscana que nació en Bolivia y hace un tiempo fue asignada a Rosario, cuenta que está muy preocupada: "No sólo por lo que pasó anoche, sino por cómo está la pobreza acá. Nosotros damos alimentos, es lo que podemos hacer. Pero a la misa de las siete de la tarde, la gente ya no viene porque tiene miedo de salir a la calle a esa hora", relata con tristeza ante RosarioPlus.

Mientras sucede el diálogo con el cronista, acá se espera la llegada de un médico: un hombre que hacía cola para recibir su bolsa de alimentos se desmayó acá mismo en la puerta de la iglesia. Un rato después llega un auto de la policía, a la que llamaron los vecinos por la demora en la asistencia médica. Y los uniformados le dicen con honestidad brutal a la monja franciscana: "No va a venir la ambulancia, hay pocas y vienen solamente cuando pasa algo grave". 

Ahora dos vecinas en la parada de colectivos de Génova y Cullen, al lado de un montón de basura, relatan que las balaceras son permanentes y que sienten una total desprotección. "Acá ahora porque es temprano, pero a la tarde acá en la plaza, los ves parados vendiendo a los pibes que están en la joda. Todo el barrio sabe acá dónde está la droga, la policía también está enterada pero no hace nada".

Cerca de esta esquina, mataron hace poco a un hombre con 17 balazos. Llevaba chaleco antibalas puesto y estaba dentro de un Peugeot 207. El hecho se dio a la hora en que salían los chicos de la escuela. Sobre la misma calle, pero unos 500 metros para el lado de Travesía, se encontró a fines de agosto una tonelada y media de cocaína en un galpón: era parte del plan de un cartel colombiano para exportar droga desde Rosario a Dubai y estaba escondida en bolsas de cereal. En esa misma cuadra se habían producido 11 balaceras en los primeros seis meses del año.