“Gracias, gracias por escucharnos”, le dicen Inés, Laura, Verónica y Soledad al concejal Diego Giuliano (Rosario Federal) antes de abandonar el Anexo del Concejo, ubicado en Juan Manuel de Rosas al 800, el lugar al que todos los lunes acuden los vecinos para desahogarse por los problemas de seguridad que sufren en sus barrios. El sincero agradecimiento simboliza una demanda pocas veces satisfecha en las zonas más postergadas de la ciudad: la de ser escuchados por algún representante del Estado.

Giuliano preside esta comisión. En diálogo con Rosarioplus.com, traza los alcances y los límites de un espacio que cobró mucha notoriedad ante el aumento de la violencia y del delito. Reconoce que es difícil avanzar y solucionar los problemas de “a pedacitos”. Aunque aclara que en muchas ocasiones han logrado impulsar medidas concretas solicitadas por los propios vecinos.

Le pide más colaboración al poder ejecutivo local y al provincial, y se muestra orgulloso por la “visibilidad” que adquieren problemas que están ocultos en la sociedad una vez que pasan por la mesa de la comisión. Admite además que no es fácil asimilar tanta desesperación e impotencia. “Salís con una sensación de dolor”, señala.  

-¿Por qué está siendo tan demandada la comisión de Seguridad?

-Hace dos años que nos juntamos todos los lunes con los vecinos. En el medio de la crisis que vive la ciudad de Rosario nos juntamos con los diferentes barrios para escuchar los reclamos en materia de seguridad. Se repite un solo dolor por la violencia y la indefensión de la gente. El vecino siente que nadie lo escucha, que no tiene un mostrador donde puede acercarse y decir lo que le pasa. Y para colmo hay una desconfianza con la propia institución policial. En muchos casos está justificado. No ven que las comisarías tengan ni los recursos ni la voluntad de hacer frente a los problemas.

-¿Qué se puede hacer desde el cuerpo legislativo?

-Intentamos canalizar estos reclamos a través de la justicia federal o del ministerio de Seguridad. Nosotros pedimos un plan de seguridad para la ciudad. No podemos hablar de seguridad en pedacitos. Pero en situaciones particulares como la persecución a un vecino que denunció un kiosco de droga, podemos actuar para que el vecino pueda formalizar esta denuncia. Esto pasa en Rosario todos los días. Y no mucha gente lo sabe.

-¿Cómo llegan los vecinos a la comisión?

-Por nuestra actividad, caminamos por los barrios, nos relacionamos con los clubes, con las vecinales, las escuelas. Ahí hay un primer contacto con el vecino que tiene cosas para denunciar. También la gente nos contacta a través de las redes sociales. Hay muchos vecinos esperando por venir a la comisión de seguridad. Uno sabe que esta no es una comisión que operativamente puede resolver el problema de la seguridad. Le da visibilidad y nosotros como puente acompañamos al vecino al ministerio de Seguridad. A veces hemos tenido buenas respuestas como con la seccional 13. Tras una reunión en esta comisión, pudimos cambiar al comisario. Es un espacio que alivia. Rosario está en emergencia en lo que hace a la seguridad. Seguimos esperando un plan integral superador.

-En lo personal, ¿qué sentís al escuchar tanta desesperación?

-Todos los lunes tengo una sensación de dolor, un nudo en el estómago. Uno va absorbiendo todo lo que escucha. Pensamos que esto sirve. En los próximos días vamos a acompañar a un grupo de vecinos a la justicia federal a denunciar el narcomenudeo. Esta es una luchar cotidiana, artesanal, de todos los días.

-¿El poder ejecutivo escucha las peticiones de la comisión?

-Tenemos situaciones intermitentes. Hemos tenido alguna respuesta, por ejemplo la saturación policial que pedimos en el centro por la ola de robos y medidas por la violencia de género. Pero en la mayoría de los casos no tenemos respuestas. El diálogo con el poder ejecutivo está de todas formas.

-¿Le cuesta al vecino romper la barrera del miedo a la hora de denunciar?

-El miedo es el peor aliado. Pero es muy justificado. La semana pasada vinieron unos vecinos y quedamos en juntarnos para hacer la denuncia formal. Y ahora nos dicen que tienen muchas dudas. El vecino convive con el que tiene que denunciar. Tenemos que comprender este miedo. Le agradecemos la valentía. Nuestra responsabilidad es darle confidencialidad a temas que cuando uno conoce en detalle se da cuenta que son mucho más grave de lo que imaginaba.