El globo chino que atravesó el territorio de los Estados Unidos de oeste a este fue derribado el 4 de febrero por un avión F-22 Raptor de la fuerza aérea norteamericana. El dato del avión no fue menor, se trata de una de las joyas de la aviación estadounidense y de toda una demostración de poder.

Seguramente pasará un tiempo prudencial hasta que las agencias de inteligencia estadounidenses determinen las consecuencias de este incidente puntual en comparación con anteriores intromisiones a sus sistemas de seguridad. Pero del hecho ya puede concluirse lo siguiente: ambas superpotencias se espían mutuamente, compiten por liderar los avances tecnológico y científico en el marco de la profundización del nuevo bipolarismo y, finalmente, las transgresiones de uno y otro lado van en aumento.

¿Cuál fue la importancia del globo?

Quince años atrás, el robo de los diseños del avión F-35 le permitió a la la fuerza aérea china desarrollar un avión de combate de imitación pero con especificaciones propias. En 2015, el principal grupo de piratería informática de China hackeó los archivos de la Oficina de Administración de Personal, y de ese modo logró acceder a los datos de 22 millones de empleados, exempleados y contratistas estatales estadounidenses. Eso, combinado con los registros médicos hackeados a Anthem (uno de los mayores proveedores de seguros de salud del país) y los registros de viaje de los hoteles Marriot, habría permitido a la inteligencia china armar un rompecabezas bastante preciso de la infraestructura de seguridad de los Estados Unidos.

Lo que el incidente del globo supuso de distinto con relación a todas estas acciones mencionadas, es que aquellas ocurrieron fuera del alcance directo de la opinión pública. El espionaje suele ser una actividad secreta. En cambio, el atrevimiento que supuso un globo extranjero flotando sobre los silos nucleares de Montana, luego avistado cerca de Kansas, hasta protagonizar un final cinematográfico al ser derribado en la costa de Carolina del Sur, captó la fascinación de la opinión pública. Es menester preguntarse entonces si entre las intenciones chinas no estuvo medir la reacción estadounidense, ya fuera para probar la  respuesta tecnológica y militar, como para escrutar la reacción pública.

Lógicamente, los restos de la sonda son ahora materia de disputa entre militares y funcionarios de inteligencia norteamericanos ansiosos por aplicar ingeniería inversa a los restos recuperados, con el objetivo de analizar la tecnología que contiene.

Revelaciones

Más allá del espectáculo -digno de la transmisión en vivo las 24 horas- el incidente puso en evidencia la deficiente comunicación entre las dos superpotencias.

En los Estados Unidos se valoró el hecho como una “grosera violación” de la soberanía, algo a lo que los chinos replican escandalosamente denunciando las naves estadounidenses que sobrevuelan y navegan por las islas que China ha formado con bancos de arena en el Mar de la China Meridional. Cabe recordar que el año pasado, la visita de la entonces presidenta de la Cámara de Representantes estadounidense Nancy Pelosi a Taiwán -territorio reclamado por China como una provincia disidente- despertó el enojo del gobierno del gigante asiático. Desde entonces, maniobras de las Fuerzas Armadas chinas mantienen a la isla bajo un acoso permanente.

China y los Estados Unidos mantienen desde hace años fuertes disputas comerciales y compiten descarnadamente por el desarrollo tecnológico y científico aplicados tanto al uso civil como al militar, pero fue la invasión de Rusia sobre Ucrania el hecho que marcó la aceleración de la polarización entre los dos principales potencias globales. La emergente China le disputa la hegemonía global a los Estados Unidos cada vez desde más cerca.

Espionaje y tecnología

Poco antes de que fuera destruido, el Pentágono informó que había otro globo que sobrevolaba Latinoamérica. Luego, el gobierno de Japón informó que durante el año pasado más de un globo había atravesado su espacio aéreo. En realidad, la aparición de este tipo de artefactos ya se han registrado en los cinco continentes, e incluso más de una vez sobre espacio estadounidense. Los avistamientos en el Océano Pacífico, puntualmente cerca de Hawai, donde tiene su base el Comando del Indo-Pacífico de los Estados Unidos, no son nuevos según reveló el Pentágono. El dato, parece dejar en evidencia el fracaso estadounidense para fijar límites en lo que respecta a la vigilancia por globo y eso parece haber alentado a China a actuar cada vez con más audacia.

Hay que destacar un dato: las autoridades chinas no se molestaron demasiado en desmentir que el globo tuviera por objetivo el espionaje. Sólo se limitaron a aducir que era para investigación “principalmente” meteorológica, un viejo argumento inventado -precisamente- por un presidente estadounidense. A mediados de la década de 1950, Dwight Eisenhower autorizó a vigilar a la Unión Soviética y a sus aliados mediante globos con cámaras, usando ese subterfugio. Con la aparición de los primeros satélites, los globos dejaron de ser efectivos para espiar.

Sin embargo, ahora están de regreso porque si bien los satélites espía pueden verlo casi todo, los globos equipados con sensores de alta tecnología pueden planear sobre un lugar durante mucho más tiempo y más despacio, alcanzando gran precisión y calidad en el monitoreo, y son capaces de captar transmisiones de radio, celular y otras que desde el espacio son indetectables. Todo eso sin contar que son presumiblemente mucho más económicos.

Es por eso que el avistamiento del globo en Montana fue clave: en los últimos años, la Agencia de Seguridad Nacional y el Comando Estratégico de los Estados Unidos, que supervisa el arsenal nuclear del país, han estado modificando las comunicaciones con las instalaciones de armas nucleares. Ese sería uno de los presuntos objetivos del espionaje chino.

Por su parte, la Agencia de Seguridad Nacional dista mucho de la inocencia. Las revelaciones de Edward Snowden en 2013, el excontratista que divulgó muchas de las operaciones de la agencia,  mostraron al mundo que desde los Estados Unidos se había ingresado a las redes de la empresa china de telecomunicaciones Huawei, y también se rastreaba los movimientos de líderes chinos y soldados encargados de trasladar armas nucleares. Esa es solamente una muestra de la vigilancia que desde los Estados Unidos se despliega sobre China.

Otro dato a tener en cuenta es que estas actividades de espionaje, que antiguamente tendían a disponer de información con argumentos principalmente defensivos, rara vez incidían en la política interna. Pero eso está cambiando. El incidente del globo se produjo cuando los demócratas y los republicanos están compitiendo por demostrar quién adopta una postura más dura frente a China. También cuando el presidente Joe Biden debía hacer el clásico discurso del estado de la Unión (donde apenas mencionó el asunto). Varios legisladores republicanos expresaron su irritación y argumentaron que el globo debió ser derribado antes. El gobierno afirma que se evitó hacerlo mientras sus restos pudieran caer en tierra ocasionando algún daño civil.

Cabe destacar que el incidente se produjo durante los mismos días en que el secretario de defensa visitaba Filipinas -donde acordó el acceso a cuatro bases estratégicas- y Corea del Sur, para reforzar la alianza frente a Corea del Norte y -casualmente- China.

El incidente del globo es sólo una muestra de los avances cada vez más agresivos de las dos superpotencias que compiten por la hegemonía global. Y promete intensificarse en una nueva carrera armamentista que girará en torno al control de la producción de equipos de semiconductores, herramientas de inteligencia artificial, telecomunicaciones 5G, computación cuántica y ciencias biológicas.