Parecen fenómenos aislados pero no lo son. Los ataques de las milicias hutíes yemeníes contra barcos en el mar Rojo mediante drones y otras armas están directamente vinculados con el conflicto entre Israel y Hamás.

Desde que capturaron a mediados de noviembre el carguero Galaxy Leader, perteneciente a una empresa israelí, quedó claro que no se trataba solamente de amenazas. Los hutíes anunciaron que atacarían cualquier barco que se dirigiera a Israel, a menos que se permitiera el transporte de alimentos y medicinas con destino a la Franja de Gaza. Y cumplieron. Lanzaron misiles contra barcos de carga.

Los ataques al transporte marítimo internacional han sido de tal magnitud que la mayoría de las navieras más grandes del mundo informaron días pasados que evitarán el Mar Rojo y el canal de Suez. En lugar de ello, los barcos que viajan desde Extremo Oriente a Europa deben navegar bordeando África a través del cabo de Buena Esperanza. Dicho recorrido supone alrededor de 3500 millas náuticas adicionales, lo que se traduce en una semana más que la ruta habitual por el canal de Suez y, por lo tanto, en un aumento de los costos de traslado de las mercancías.

Encarecimiento y retraso

Es importante recordar que el canal de Suez conecta el Mar Rojo con el Mar Mediterráneo y, de esa manera, representa la ruta más corta entre Europa y Asia. Casi el 12 por ciento del tráfico marítimo global utiliza habitualmente esta vía.

El redireccionamiento a través de la costa africana supondrá un aumento del costo de transporte no solamente por la distancia. Las primas de seguro también aumentaron tras los ataques y las empresas de transporte de contenedores entre Asia y Europa deberán calcular el costo de tres barcos adicionales para mantener su nivel de servicio.

El retraso en el transporte marítimo también repercutirá en los puertos de contenedores europeos, dado que el cambio en la distancia y en el tiempo de transporte incidirán sobre la congestión portuaria, lo que agregará retrasos en los tiempos de distribución.

En Europa hay especial preocupación por el retraso de los buques de carga de combustibles fósiles debido al invierno en el hemisferio norte en un contexto en el cual la invasión rusa a Ucrania ha repercutido en el aumento significativo del precio del gas y del petróleo.

Esta crisis en el Mar Rojo recuerda a la ocurrida a comienzos de 2021, cuando el canal de Suez estuvo bloqueado por seis días después de que encallara el portacontenedores Ever Given. En ese entonces, el mundo salía del confinamiento producto de la pandemia de Covid-19 que había impactado fuertemente las cadenas de suministro del comercio global. Eso condujo a que el sector del transporte marítimo aprendiera de lo ocurrido. Como consecuencia, muchas empresas ampliaron su flota de barcos de carga, lo que hace suponer que el impacto de una crisis prolongada repercutiría sobre los precios pero no tanto sobre la cadena de suministro.

Mientras tanto, el gobierno de los Estados Unidos anunció una operación multinacional para garantizar la seguridad del comercio marítimo en el Mar Rojo. En ese contexto, los gobiernos de Bahrein, Canadá, Francia, Italia, Países Bajos, Noruega, Seychelles, España y el Reino Unido anunciaron que patrullarán conjuntamente en el sur del Mar Rojo y el Golfo de Adén. Sin embargo, no puede determinarse a priori si la presencia de estas fuerzas navales será suficiente para poner fin a los ataques de los rebeldes hutíes de Yemen.

¿Pero quiénes son los hutíes?

Se trata de una organización política y armada islamista surgida en la década de 1990, que actúa en Yemen, un pequeño país que limita con Arabia Saudita y tiene una posición estratégica valiosa. Los hutíes pertenecen mayoritariamente desde la perspectiva religiosa, a los zaidíes, que representan una rama del islam chiíta. Mantienen un estrecho vínculo con el régimen teocrático de Irán, que se considera a sí mismo como potencia y representante de los intereses chiítas en la región. Más aún, los hutíes se consideran parte integrante del “eje de resistencia” contra Israel y los Estados Unidos que, además de Irán, incluye a Hezbolá, a varias milicias iraquíes y al régimen sirio. No obstante ello mantienen una autonomía mayor que la de otras organizaciones asociadas al régimen iraní.

Establecieron un estricto orden islamista en el territorio que controlan y combinan la militancia religiosa con un estricto rumbo antioccidental y antiisraelí.

Desde la llamada “Primavera Árabe” de 2011, los hutíes se enfrentaron cada vez más con el gobierno yemení, cercano a los intereses de Arabia Saudita, de los Estados Unidos y de Israel. Recuérdese que, previamente al ataque de Hamás contra Israel, los gobiernos de ese país y de Arabia Saudita se encontraban próximos a suscribir un acuerdo tendiente a restablecer las relaciones diplomáticas y a formalizar la confluencia de intereses de ambos países con los Estados Unidos en Oriente Medio. Los tres países tienen un enemigo regional común, que es Irán.

Los hutíes se alzaron contra el gobierno del entonces presidente Abd Rabbo Mansour Hadi en 2014, quien sólo pudo mantenerse en el cargo producto de una alianza militar internacional liderada, precisamente, por Arabia Saudita. Esa alianza lucha contra los hutíes desde 2015, sin éxito.

El gobierno yemení controla el sur del país con el respaldo saudí, mientras que los hutíes controlan el norte con el apoyo de Irán. Es por esta razón que la guerra civil yemení se considerada un enfrentamiento velado entre Arabia Saudita e Irán.

La guerra civil en Yemen es causante de una de las peores crisis humanitarias globales para la Organización de las Naciones Unidas. En abril de 2022, las partes en conflicto negociaron un alto al fuego de seis meses. Aunque el acuerdo expiró hace mucho tiempo y las partes en conflicto no pudieron ponerse de acuerdo sobre su prolongación, las armas están en relativa calma desde entonces.

Sin embargo, una interpretación posible del accionar de los hutíes en el Mar Rojo es que la ocasión se muestra propicia para presionar en el frente interno, al exhibir una posición de fuerza frente al gobierno regular, frente a las potencias internacionales y al expresar una indudable posición propalestina, antiisraelí y antiestadounidense que es compartida mayoritariamente por la población.

Sea como fuere, los hutíes actúan con relativa impunidad producto, entre otros factores, del complejo entramado de intereses internacionales en Oriente Medio. La alianza internacional liderada por los Estados Unidos es capaz de infligir fuertes daños militares a los hutíes en el caso de una confrontación directa. Pero también es cierto que, de producirse, un enfrentamiento directo podría generar un alineamiento solidario entre sectores de la población más moderados con los hutíes, y también entre los países islámicos, los hutíes y el extremismo antiisraelí que encarna Hamás en la Franja de Gaza. Eso sin contar qué reacciones podría tener el régimen de Irán, o a qué aliados estratégicos con intereses en la región podría arrastrar el régimen teocrático, como por ejemplo Rusia.