Pese a haber prácticamente desaparecido territorialmente, el Estado Islámico y su líder, dan señales de vida.

Durante la última semana, dos hechos confirmaron que el autodenominado Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) aunque reducido y golpeado por las coaliciones encabezadas por Rusia en Siria y los Estados Unidos en Irak, aún existe.

El primero de los hechos fue un atentado en Francia reivindicado por el grupo terrorista. Un hombre, al cual las autoridades tenían registrado por haber hecho apología del terrorismo, mató a tres personas el pasado jueves en la ciudad de Trappes, en la periferia de París. Tras esconderse en una casa, el atacante fue abatido. El Estado Islámico se adjudicó el hecho pese a que los investigadores tienden a pensar que el motivo fue una disputa familiar, dado que dos de las víctimas eran la madre y la hermana del agresor.

Sin embargo, el escenario da lugar a las suspicacias, puesto que la ciudad de Trappes -un suburbio de clase baja con 30 mil habitantes, la mayoría de origen extranjero, y una tasa de desempleo dos veces mayor que la media en el país- es conocida por ser una de las localidades desde donde mayor cantidad de jóvenes partieron para combatir junto al Estado Islámico en Irak y Siria (se calcula  alrededor de 50).

Independientemente del móvil, lo cierto es que Francia vive bajo amenaza terrorista desde los atentados de 2015 que dejaron 246 muertos. Este nuevo hecho, reaviva el miedo. Además, el ataque siguió una metodología ya conocida, la del ataque espontáneo con armas blancas. El pasado 12 mayo, un hombre con un cuchillo mató a otro y dejó cuatro heridos en el barrio de la Ópera de París pronunciando las palabras Dios es grande. En los meses anteriores, desde Marsella hasta Londres y desde España hasta Canadá, los atentados con cuchillo se hicieron frecuentes.

El segundo de los hechos, es la reaparición del líder de ISIS, Abu Bakr al-Bagdadi, mediante un mensaje de audio donde pidió a sus seguidores perseverancia en la lucha. En este nuevo mensaje, el jefe del grupo terrorista afirma que la pérdida de territorio no condiciona la victoria final de los yihadistas.

El mensaje

El audio de al-Bagdadi se hizo público casi un año después de haber difundido el último, el 28 de septiembre de 2017. En la grabación de 54 minutos, publicada en la página al-Furqan -afín al grupo yihadista- al-Bagdadi expresó que la victoria o la derrota no depende de que una ciudad o un pueblo sea robado o sujeto a quien tenga superioridad aérea, misiles intercontinentales o bombas inteligentes. Y agregó que si los fieles abandonan su religión, su paciencia y la yihad contra el enemigo, van a ser derrotados.

El mensaje fue difundido en las redes sociales, en el día de Aïd al-Adha, la fiesta musulmana que marca el fin del periodo de peregrinaje a La Meca y en un momento en el cual el Estado Islámico perdió la mayor parte del territorio que llegó a controlar en Irak y en Siria.

Pero confundir la eventual derrota territorial de ISIS con su extinción es un error. Los yihadistas comenzaron a reagruparse aceleradamente en Irak, donde ISIS tendría entre mil y dos mil combatientes activos. Se habría reestructurado en dos movimientos autónomos, el núcleo principal, que opera en Tarmiya, en los suburbios de Bagdad, cerca de Diyala, Tikrit, Baiji, al oeste de Mosul, y en Tall Afar, en el norte del país.

Los servicios de inteligencia sospechan que, antes de abandonar Irak tras haber ocupado un tercio del país, el Estado Islámico dejó una red de agentes dormidos que actualmente se ocuparían de extorsionar a la población para obtener financiación.

Para su resurgimiento, ISIS también cuenta con el resentimiento de una parte de la población iraquí -mayoritariamente sunnita- que se siente abandonada por el gobierno nacional, controlado por los chiitas.

ISIS también parece haber cambiado su estrategia comunicacional. Antes reivindicaba única y exclusivamente aquellos atentados que la organización misma había preparado, dando nombres y detalles precisos. Pero ahora realiza cada vez más reivindicaciones oportunistas, que no tienen necesariamente que ver con la organización. Fue en el marco de todos estos reodenamientos que ISIS se atribuyó el reciente ataque en Francia y se hizo público el audio de al-Baghdadi.

El líder

El mundo tuvo noticias suyas por primera vez en 2014, cuando proclamó el Califato desde el púlpito de la Gran Mezquita de Mosul. En pocos meses, un ejército que reunía a suníes alienados por los gobiernos de Irak y Siria, y combatientes extranjeros, iba a hacerse con el control de un tercio de ambos países.

Su verdadero nombre es Ibrahim Awwad Ibrahim al Badri, tiene 46 años y creció en una familia religiosa durante el régimen de Saddam Husein. Antes de ir a estudiar Teología islámica a la Universidad de Bagdad, sus compañeros de instituto lo apodaban el creyente porque pasaba su tiempo libre leyendo el Corán. Cuando se produjo la invasión estadounidense de Irak, ya se había convertido en imam de una mezquita en el noroeste de Bagdad. Fue detenido en 2004 y liberado un año más tarde por considerarse que no resultaba peligroso. Pero durante su detención trabó relación con los cabecillas de Al-Qaeda de quienes aprendió la ideología yihadista.

Al-Qaeda lo envió a Siria para ocuparse de la propaganda del grupo, lo que no le impidió acabar su tesis y doctorarse en Sharia en 2007. Esa formación, su linaje tribal -pertenece a la estirpe de los Qurayshi, que los puristas consideran indispensable para ser califa- y las muertes de sucesivos dirigentes de Al-Qaeda en Irak, lo llevaron a la cumbre de la rama irakí de esa agrupación y luego a su desprendimiento en un nuevo grupo yihadista que adoptó el nombre de Al-Nusra.

Pero también Al-Nusra se dividió. Parte de sus combatientes, sobre todo los extranjeros, optaron por seguir a Al Baghdadi. La diferencia era que mientras un grupo se concentraba en combatir a régimen de Bachar al-Asad, al-Baghdadi hablaba de crear un califato, un territorio independiente que permitiera hacer realidad la utopía de un estado islámico. Entre tanto, la desafección de los suníes iraquíes permitió que el naciente Estado Islámico lograra apoyo de grupos afines en Siria.

Al Bagdadi impuso una versión extremista de la ley islámica y persiguió a todo aquel que no comulgaba con su ortodoxia, en especial a las minorías étnicas y religiosas. Esa brutalidad y su desafío a la legalidad internacional, ayudaron a forjar dos coaliciones internacionales, una liderada por Rusia y otra por los Estados Unidos, que redujeron el califato a un puñado de enclaves cada vez más pequeños y que sólo resisten por el uso que hace de los civiles como escudos humanos.

ISIS se mantiene con vida y espera el momento de capitalizar especialmente el debilitamiento de las fuerzas occidentales. El presidente norteamericano, Donald Trump, convencido de que la lucha contra los yihadistas está concluida en un 98 por ciento, ordenó replegar parte de las fuerzas presentes en la región que, en los últimos dos meses, fueron reducidas de 5200 a 4500 efectivos.

Es perfectamente posible que en pocos años ISIS pueda convertirse nuevamente en una amenaza global real y retomar el control de algunas zonas en Oriente Medio.