El juez de Primera Instancia Florentino Malaponte condenó al chofer que en enero pasado encerró a una pasajera en un el colectivo que conducía y abusó de ella. Recibió la pena de 4 años y 6 meses de prisión efectiva.

La fiscal Nora Marull de la Unidad de Delitos Contra la Integridad Sexual le atribuyó a Norberto Gabriel Molina los delitos de abuso sexual con acceso carnal en grado de tentativa y abuso sexual gravemente ultrajante, ambos en concurso real.

Además de la condena, el hombre de 36 años obtuvo una inhabilitación para ejercer tareas o ser empleado de cualquier servicio público por el mismo plazo de tiempo.

Aquel 15 de enero, Molina trabó las puertas del colectivo y apagó las luces para abalanzarse sobre la víctima en varios momentos, en un viaje de terror desde el extremo sur de la ciudad hasta el microcentro.

Si bien no consiguió el cometido de violar con acceso carnal a su pasajera, la justicia lo consideró un abuso ya que se valió de varios artilugios para intentar violar a la joven, y cuando consiguió acercarse a ella, la intimidó hasta dejarla en shock.

El viaje de terror

El 15 de enero pasado, a las 21.45, la joven de 19 años cuya identidad se preserva se subió al colectivo de la línea 132 en la esquina de Battle y Ordoñez y Ovidio Lagos. Al llegar a puente en Circunvalación el acusado apagó las luces del interior de la unidad, detuvo su marcha, trabó las puertas para impedir el egreso de la víctima, forcejeó con ella e intentó abusar sexualmente de forma carnal.

Continuó su marcha en dirección al centro de Rosario, siempre con las luces apagadas -para impedir que otros pasajeros detengan la unidad- y con las puertas trabadas a fin de que la víctima no consiga escapar. Además, siguió el recorrido manejando con los pantalones bajos y el cinto desabrochado.

Luego, en calle Dorrego antes de llegar a Virasoro, el chofer estacionó el coche en una zona oscura, donde hay varios árboles, y abusó sexualmente de la víctima "sin acceso carnal". 

Colapsada por la situación e intimidada ante las advertencias del chofer, la joven permaneció en el colectivo sin más compañía que la de su abusador. A las pocas cuadras, en Pte. Roca y Ocampo, otros pasajeros tomaron el colectivo que ya funcionaba nuevamente con las luces encendidas. La joven consiguió finalmente bajarse en la zona de San Luis y Maipú.