"Le puede pasar a cualquiera". Germán Campos repitió esa frase ante cada micrófono o grabador que le acercaron a su boca tras el crimen de su hermano David (28 años). La Policía lo ejecutó la mañana del 23 de junio de 2017. Las balas de las armas oficiales también alcanzaron a Emanuel Medina (31), su amigo, quien manejaba el auto que terminó incrustado contra un árbol tras una feroz persecución policial. 

"Todos estamos en peligro". Marcelo fue uno de los voceros de la familia Arrieta luego del crimen de Roberto (22), asesinado en la puerta de una comisaría en septiembre de 2015 tras un choque con su moto. Un efectivo le apoyó una escopeta Ithaca en su pecho en medio de una discusión y disparó a quemarropa. Su primo, consternado, explicó que "cualquier vecino podría haber recibido ese balazo". 

"Hoy fue Iván, ¿mañana quién será?". Leila Rodríguez buscó interpelar a quienes dudaban de su versión de los hechos. La policía había instalado que su marido, Iván Mafud (26), viajaba armado y que había disparo. Al padre de sus cuatro hijos lo acribillaron en 2014 en medio de una cacería. "Le tocó a mi marido, podría haber sido otro conductor", razonó en aquellos primeros días de duelo. 

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Germán, Macelo y Leila vivieron el mismo calvario. Ninguno de los tres pensó que "a ellos les iba a pasar". Los tres, en su día, explicaron que "el gatillo fácil era algo ajeno que veían en las noticias". Los tres tuvieron que salir a desmentir la versión oficial, la primera fuente con la que la mayoría de los medios construyen las noticias policiales. 

En el caso de Germán, algunos de los uniformados que participaron del doble fusilamiento fraguaron la escena para simular un "enfrentamiento". Los otros agentes sellaron un pacto de silencio para ocultar la verdad. En el caso de Marcelo, la policía buscó justificar el disparo mortal. El parte de prensa habló de "una pelea y de civiles que ingresaron con mucha violencia a la comisaría". Leila, en tanto, tardó meses en derribar la versión "del fuego cruzado".

Los tres soportaron el "algo habrán hecho" como justificante de las ejecuciones policiales. Los tres tuvieron que llamar a los medios para limpiar el nombre de sus familiares. David trabajaba en una empresa metalúrgica. Emanuel tenía una hija que alimentada con la plata que sacaba por hacer seis horas diarias en una tienda de celulares. Roberto trabajaba en una empresa de mantenimiento de heladeras y era fanático de las motos. Aquel día festejaba su cumpleaños. Iván era fotógrafo y tenía un emprendimiento familiar.

"Si hicieron algo mal, algo fuera de la ley, los tendrían que haber detenido, no fusilado", coincidieron en sus exposiciones y en sus relatos.   

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El doble crimen de David y Emanuel tiene a dos agentes en prisión efectiva por el delito de homicidio calificado y a 16 imputados por encubrimiento doblemente agravado y falsedad ideológica de documento público. Las dos familias se concentran en cada audiencia para que la causa llegue a juicio oral con los dos tiradores tras las rejas. Uno de ellos, Rubén Bustos, hace más de ocho meses que está internado en una clínica psiquiátrica. Fue derivado sin autorización judicial. El irregular trasladó contó con la connivencia otros efectivos. 

El asesinato de Roberto está casi esclarecido. El oficial Jonathan Emanuel Puebla está imputado por el delito de homicidio calificado. El efectivo, hoy de 28 años, cumple actualmente prisión domiciliaria tras alegar un problema de salud. La familia Arrieta duda de la patología del uniformado. 

El caso Mafud ya tiene sentencia. Un tribunal dictó penas leves para sólo cuatro de los quince policías acusados. El resto fue absuelto y están hoy en libertad. Los fiscales Miguel Moreno y Adrián Spelta pidieron condenas a prisión perpetua para siete de ellos y penas de 8 a 10 años para quienes encubrieron e incumplieron con sus deberes de funcionario público. La sentencia dejó disconforme a Leila y a la familia de Iván.

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Daiana es la hermana de Juan Cruz Vitali, el joven que en la madrugada del domingo fue ejecutado en San Lorenzo. Un policía le disparó a la cabeza cuando corría de espaldas. "Evadió un control y no está bien, pero eso no justifica un fusilamiento", se descargó en las redes sociales. 

El caso tiene muchas similitudes al Campos y Medina. Juan Cruz volvía de una noche de fiesta, no paró cuando le dieron la voz de alto, escapó y fue perseguido a balazos. 

Florencia, su novia, reconstruyó la escena que terminó con otro crimen policial. Salieron de una discoteca y "golpearon un cono" en un control policial. Juan Cruz se asustó, dobló y huyó ni bien vio que varios móviles lo perseguían. Las primeras pericias determinaron que el coche fue baleado en esa persecución. 

El joven detuvo la marcha en la casa de su tío. Se bajó y se metió corriendo en el domicilio. Tres efectivos lo persiguieron. Uno de ellos, el Jefe de Agrupación Cuerpos, el subdirector Sergio Di Franco, le disparó a la nuca. 

La versión policial indicó que "existió un forcejeo entre el personal policial y el joven donde en forma accidental se dispara el arma reglamentaria del policía impactando el proyectil en la cabeza de esta persona”. 

Daiana intenta con mucho dolor --al igual que Germán, Marcelo y Leila en su día-- limpiar el nombre de su hermano. "Leer tantas boludeces juntas me provoca tanta rabia. Comentarios de gente que opina con tanta frialdad, sin noción del tema, justificando el gatillo fácil, sin respeto a la familia que está atravesando una pérdida injusta! Jamás comenté nada en casos similares, siempre fui considerada y respetuosa. No entra en mí cabeza que haya tanta crueldad", escribió en su cuenta de Facebook. 

Gisela, amiga de Juan Cruz, también se despachó contra el "algo habrá hecho" que repitieron muchos vecinos de San Lorenzo al enterarse del caso. 

"Juanito: sos el mejor ejemplo de cómo le gusta hablar a la gente sin saber nada."Algo habrá hecho", "Andaba en cosas raras". "El padre era un desastre", ¿Para qué se escapa? Por favor no hablen más sin saber quién era Juan Cruz . Duele, mucho, cada comentario malicioso abre más la herida de la injusticia y de la impotencia, cada comentario lo mata y nos mata un poco más". 

Mónica, otra amiga de los Vitali, reflexionó sobre una violencia policial que cada tanto suma nuevas víctimas a su lista: "Hoy nos toca a nosotros, aunque jamás lo podríamos imaginar. Está claro que le puede tocar a cualquiera".