Una leona africana de 17 años murió en el desmantelado ex zoológico San Francisco de Asís de la ciudad de Santiago del Estero, que hace más de tres años cerró sus puertas por una ordenanza municipal. Se trata de un nuevo animal que fallece en el lugar, que era parte de un grupo de felinos que no logran ser trasladados a una reserva y día a día agravan su salud.  

La leona era la más longeva de los seis felinos que se encuentran alojados en jaulas en el desmantelado ex zoo que funcionaba en el Parque "Francisco de Aguirre", principal paseo público ubicado a orillas del río Dulce en la capital santiagueña. Consultada sobre las causas de la muerte de la leona, ocurrida el 5 de mayo pero que trascendió en los últimos días, la veterinaria municipal Silvia Cugura Casado explicó que "fue a causa de un paro cardíaco".

Asimismo, reveló que el deceso del animal se produjo cuando la leona empezó a manifestar los síntomas propios de su edad con mayor intensidad: permaneció en decúbito lateral izquierdo, sin incorporarse y no consumió agua, carne ni su medicación y luego sufrió un paro cardíaco que acabó con su vida.

Con anterioridad, el 17 de julio del año pasado, en las mismas instalaciones del ex zoo santiagueño, murió un tigre de Bengala macho de 17 años, también a consecuencia de un paro cardiorespiratorio.
En tanto, dos tigres y tres leones, que permanecen en cautiverio en el desmantelado ex zoo, no serán trasladados a reservas naturales del exterior y permanecerán en un predio municipal acondicionado en la localidad de Santa María, en el acceso sur a la capital provincial.

Tras una serie de infructuosas gestiones de la Municipalidad de Santiago del Estero, el año pasado el intendente Hugo Infante había anunciado que los seis felinos iban a ser trasladados a dos reservas, una ubicada en territorio estadounidense y otra, en México, medida que nunca llegó a concretarse.

Ante el tiempo transcurrido, varios dirigentes de organizaciones protectoras de animales, se manifestaron preocupados por el actual estado de los felinos en cautiverio, en jaulas con techos de chapa en las que en el verano deben soportar temperaturas mayores a los 60 grados de sensación térmica. Mientras los animales esperan un destino, sus condiciones de salud se agravan.