Los dos hijos de Carmelina Ignacia Núñez tienen una pregunta que les muerde el alma: ¿por qué esos del auto que ayer, lunes, frenaron en Flammarión y Julio Marc, apuntaron y gatillaron contra su mamá? ¿Por qué, si esta mujer, de 65 años, era tan querido y reconocida en el barrio, con el único hábito de sacar una silla hasta la vereda de enfrente y aprovechar la sombra de la tarde para matear un rato fuera de la precaria vivienda en la vera de la vía del ferrocarril?

Se preguntan eso, y uno de ellos, policía de oficio, teme alguna cuestión personal propia que su madre haya pagado con la vida, y de espaldas al asesino que la ultimó. 

Ocurrió un rato antes de las 6 de la tarde abrumadoramente calurosa del lunes, en ese rincón oculto del barrio Tiro Suizo: Flammarión al 4700, un triste callejón que corre oblicuo entre Arijón y Uriburu, festoneado de casillas erigidas casi encima de la vía.

Carmelina, como todas las tardes, preparó el mate y se instaló sobre la vereda de enfrente, a la sombra de un depósito, en la ochava con calle Julio Marc, la de las torres Fonavi. Como siempre, se sentó de espaldas a la calle, y canjeaba mates y conversación con su hijo, el carnicero, y con vecinos de la cuadra. Rutina de esa calle, sobre todo en tardes de tanto calor. 

De repente, un auto paró en la ochava, a pocos metros, y desde adentro partieron los balazos. Le apuntaron certeros a doña Carmelina. Su hijo, el policía, oyó los tiros desde adentro de la casa. Cuando salió, su madre expiraba sin remedio, con múltiples disparos en la cabeza, el tórax, brazos y piernas. 

La sangre de la señora marcó indeleble la escena del crimen. Luego de eso, un patrullero policial se apostó en la esquina como custodia, acaso por la condición de miembro de la fuerza de seguridad que reviste uno de los hijos de la víctima.

La nuera de doña Carmelina lo contó al aire de Sí 98.9: “Mi suegra estaba en la vereda tomando mate como todas  las tardes, porque hace mucho calor y ahí enfrente da la sombra. De repente paró un auto en la esquina, me lo contó mi cuñado y tiroteó. Todo fue muy rápido. Ella estaba de espaldas tomando mate, ni cuenta se dio. No caemos, es una familia muy querida y respetada. Ella amaba a Dios. Si estuviera viva perdonaría a esa persona que la mató. No era la manera”.

La mujer supuso que el crimen fue un error. “Acá son todos vecinos queridos, trabajadores. No hay problemas. No sabemos por qué”, concluyó.