El costo de vida para una familia de los barrios populares de Rosario trepó en septiembre a 91.878 pesos, lo que significa un aumento del 3% en comparación a la medición de junio y del 57% comparado de forma interanual. El dato se desprende de un relevamiento realizado por la diputada provincial Lucila De Ponti junto al CESO (Centro de Estudios Scalabrini Ortiz) el cual registra y compara regularmente el consumo en barrios representativos como Casiano Casas, La Sexta, La Lagunita y Mangrullo.

El estudio indicó que solamente para cubrir las necesidades indispensables de alimento un hogar debe destinar como mínimo 37.257 pesos y un adulto rosarino necesita 12.057 pesos para no caer debajo de la línea de indigencia. 

En el rubro por rubro se menciona que los alimentos básicos lideraron los aumentos durante la pandemia. Es el caso de los incrementos anuales promedio de productos como mayonesa (80%), facturas (79%), vino tinto (76%), salsa de tomate (62%) y arroz blanco (61%). Un caso particular es el de la carne, que en promedio aumentó un 50% en el último año.

La diputada De Ponti remarcó que “aunque se percibe una desaceleración en el ritmo de aumentos durante último trimestre, sigue siendo preocupante la suba de precios y su impacto en los bolsillos de las familias, principalmente cuando los incrementos se verifican en los productos de primera necesidad”.

La economía social significa ahorro

Si se cotejan el costo de una canasta de productos adquirida en circuitos de la economía popular y comercios de proximidad frente a los precios de los mismos productos comprados en cadenas de supermercados, la diferencia oscila el 30%. 

En los circuitos de la Economía Social, Solidaria y Popular el mismo paquete de productos que en un supermercado se paga $12.974 pesos, se consigue por 9.180.

“En los circuitos de comercialización tradicional, los formadores de precios logran imponer su lógica especulativa y establecer aumentos por encima de la inflación”, aseguró De Ponti. “Por eso es fundamental dejar de considerar a los circuitos de la Economía Popular como experiencias aisladas, y avanzar con políticas a gran escala de modelos más justos entre consumidores,  productores y distribuidores de alimentos”, remarcó.