El proceso de rehabilitación de pacientes con Covid-19 que ingresan a una Unidad de Terapia Intensiva (UTI) es bastante complejo, y en este contexto la tarea de los kinesiólogos ganó una preponderancia mayor. El rol de esos trabajadores se convirtió en fundamental.

Luciano Friscione es licenciado en kinesiología y fisiatría, especialista en terapia cardiorrespiratoria. Forma parte del equipo profesional de la UTI del Instituto Cardiovascular de Rosario (ICR) y es uno de los profesionales que diariamente trabajan a destajo por las secuelas de la pandemia. En una charla con Rosarioplus.com el profesional contó que esta rama de la kinesiología tiene más de 20 años en Rosario, y ante la pandemia cobró otra dimensión y trascendencia por el rol fundamental que deben ocupar en las terapias intensivas.

Cuando Friscione comenzó sus estudios añoraba ser el kinesiólogo de Rosario Central o de algún otro equipo de fútbol, pero el destino lo llevó por otros caminos cuando conoció la terapia cardiorrespiratoria y se fascinó con ella. “Esta rama me pareció fantástica, el mundo de la terapia intensiva. Cuando me interioricé dije que era lo que yo quería hacer, desde que trabajo como kinesiólogo no hice otra cosa, tuve la suerte de terminar la carrera y entrar en la terapia”, recordó.

Luciano, en su rutina diaria, inmerso en la lucha contra el virus y sus secuelas.
Luciano, en su rutina diaria, inmerso en la lucha contra el virus y sus secuelas.

Dos días nunca son iguales en la rutina de un kinesiólogo, y ahora mucho menos con la pandemia. La cantidad de horas en el sanatorio aumenta y la demanda es constante. “Ya no tenemos ni la posibilidad de planear la vida ni dentro ni fuera de casa”, dijo el profesional.

El trabajo y la rutina de Friscione en el ICR es llegar cada día y ponerse toda la ropa de protección, entre ellos el doble barbijo, cofia, bata y entrar a la UTI sin saber cuándo va a salir. “No sabes cuándo vas a poder parar a tomar algún café, almorzar o cenar, esto sucede porque no sabemos que nos depara el día ni que puede pasar”, reflexionó en cuanto a sus jornadas extenuantes.     

Cruda segunda ola

Friscione reflexionó, a partir de su práctica cotidiana, acerca de la mortalidad que depara el coronavirus. “Estos pacientes desarrollan síndrome de stress respiratorio agudo. En comparación, en un año sin pandemia, con esta patología podemos tener setenta casos, pero ahora esa cifra se sumó en sólo en tres meses, y es un número que asusta, son muchas muertes en poco tiempo”, explicó.

Luciano tiene 33 años y se estremece al reconocer entre los pacientes críticos a personas de su generación. “Es complejo porque son personas enteras sin comorbilidades, lamentablemente de 10 personas que entran a terapia sobrevive sólo la mitad. Reconozco que hay algo psicológico que antes de esto pacientes no nos pasaba; la verdad que no hay nadie que trabaje hoy en una terapia intensiva y que hoy al menos una vez por semana no se entristezca y tenga ganas de llorar”, sentenció este joven profesional que también es docente en la carrera de Kinesiología de la Universidad del Gran Rosario.

Muchas veces se ve cómo los pacientes van pasando por ciertas etapas y se ponen cada vez en peor estado clínico hasta llegar a ser intubados. “Es muy difícil decirle a una persona que hay que dormirla porque su oxigeno ya no alcanza”. Esta instancia traumática muchas veces se complementa con un llamado a la familia por parte del paciente que “funciona como una despedida”.

“Uno está acostumbrado a convivir con la muerte, trabajando en una terapia y con pacientes cardiovasculares, pero esto es terrible porque el paciente sabe que va empeorando, que tiene una cánula nasal y se puede sentar e ir hasta el baño, pero después ya no puede hacer eso y se le pone una máscara y si no evoluciona luego a una cánula de alto flujo y como final intubarlo”, exteriorizó en cuanto al trabajo terapéutico.   

Pero si se logra salir de la terapia, después el camino por recorrer es arduo y duro con meses de rehabilitación para recuperar capacidad respiratoria y muscular. Sin embargo el recobro de es multifactorial. Hay casos donde lo motor es primordial y otros donde se debe reconstituir el aparato respiratorio.  

“Generalmente las personas que estuvieron intubadas requirieron de muchas drogas. Para estar dormidos se usan relajantes musculares, como también para ponerlos en posición decúbito prono. Todo ese combo de medicación afecta a los músculos respiratorios, como a los de las piernas y los brazos y cuando uno comienza a sacar todo para despertar al paciente, las secuelas que deja son variables, entre ellas musculares”, manifestó.

“Son pacientes que una vez extubados, probablemente los primeros días no tengan ni fuerza para hablar o no pueden tragar”, profundizó y agregó que tras pasar a una sala intermedia, cuando llega el alta de, sanatorio, se deberá seguir de manera externa en un centro de rehabilitación.