POR NORMA LÓPEZ (*)

Hace unos meses vivimos el espectáculo dantesco frente a nuestras ciudades. Miles y miles de hectáreas quemadas y arrasadas en el Delta del Paraná. Pero también, y con mucha menos prensa, el de nuestros territorios santafesinos. Las respuestas quedaron claras: poca efectividad de los Estados y nula acción de la justicia. Como si la acción de grupos inescrupulosos fuera poco, el cambio climático está sobre nosotros y debemos pensar acciones y estrategias para abarcar la complejidad del momento que nos toca vivir.

El Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) 11 de la Agenda 2030 establece: “Lograr que las ciudades y los asentamientos humanos sean inclusivos, seguros, resilientes y sostenibles”. Lo cual fue reafirmado y profundizado a la luz de la Nueva Agenda Urbana de 2016, incluyendo el compromiso mundial con el desarrollo urbano sostenible como un paso decisivo para el logro del desarrollo sostenible de manera integrada y coordinada a nivel mundial, regional, nacional, subnacional y local, con la participación de todos los actores pertinentes.

En la actualidad, las ciudades de América Latina presentan problemáticas derivadas de una rápida urbanización y falta de planificación estratégica urbana. Esto afecta tanto a ciudades grandes como a pequeñas y medianas de rápido crecimiento. Argentina no está exenta y se encuentra entre los países con mayor grado de urbanización: actualmente más del 90 % de los habitantes del país se concentra en las ciudades.

El concepto de ciudad sostenible plantea un camino que combina las dimensiones de la sostenibilidad del desarrollo, la transición justa de las fuerzas laborales y la generación de empleo acorde con economías de bajas emisiones, así como la gestión de los impactos ambientales de las actividades humanas.

Entendemos por ciudades sostenibles a aquellas que logran la plena realización de los derechos de sus habitantes, incluyendo el acceso a la vivienda, el acceso al agua potable y saneamiento, la seguridad alimentaria, la salud, la educación, la infraestructura resiliente, la movilidad y el derecho al ambiente sano, para el desarrollo humano armonioso y respetuoso con la naturaleza que habita e integra. La ciudad sostenible también es un espacio de pertenencia cultural donde se construyen lazos intra e intergeneracionales.
En ese sentido, si no comenzamos a trazar estrategias a corto, mediano y largo plazo, los eventos climáticos serán cada vez peores y la acción del hombre cada vez más mayor.

Santa Fe prácticamente no cuenta con brigadas forestales, ni guardaparques ni guardafaunas, pese a tener senda legisalación al respecto. Creemos que es momento de que sea efectivamente una política de Estado y no una mera declaración. Lo mismo con las áreas protegidas, reservas, Parques, que solo figuran como tales en papel con cero intervención y protección.

El norte de nuestra provincia es un claro ejemplo de ello: tenemos uno de los sitios Ramsar más grandes del mundo. En el sur, las exiguas zonas protegidas, entre provinciales, nacionales y locales, deben ser ampliadas.

Creemos que es necesaria una fuerte política que tenga otra mirada sobre los territorios.

Los bosques norteños, el humedal, la pampa, no pueden cambiar su morfología y por más que ciertas acciones humanas se empeñen en hacerlo, los riesgos para nuestra flora y fauna, para los ecosistemas y para nosotros mismos, son muchísimos y ya hemos vivido tanto la extinción de especies, como las comunidades enfermas. Pensemos que, por ejempo, la zona de Rosario antiguamente se llamaba Pago de los Arroyos. Hoy, los arroyos Ludueña, Saladillo, Carcarañá deben ser saneados, objetiva y concretamente.

Creemos necesario establecer un Comité de Cuenca, donde participen todos los municipio involucradas y la sociedad civil. 
Asimismo, tenemos que luchar urgentemente contra la generación de dióxico de carbono y la utilización de combustibles fósiles.  

Ciudades de cercanía, transportes alternativos, separación de residuos en orígen, prohibición de plásticos de un solo uso, controles a grandes industrias, fiscalías ambientales, forestación intensiva, apoyo a la agroecología, son algunos de las políticas públicas que creemos rápidamente se pueden implementar.

A nivel internacional, estos esfuerzos están alineados con los Objetivos para el Desarrollo Sostenible, en especial el objetivo 11 “Lograr que las ciudades sean más inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles” y el objetivo 12 “Garantizar modalidades de consumo y producción sostenibles”.

En el ámbito internacional, Argentina forma parte del Marco Decenal de Programas sobre y Consumo y Producción Sostenibles (10YFP), adoptado por las Naciones Unidas en la Cumbre de Rio+20 de 2012. Su objetivo es promover la transición hacia patrones de Consumo y Producción Sostenibles
También, creemos que es necesario establecer una ley de fitosanitarios para que no fumiguen sobre las cabezas de los pibes en las escuelas así como una fuerte apuesta a los mercados regionales.

El sector de la construcción y edificios es uno de los grandes consumidores de energía y recursos de nuestro país impactando directamente en las emisiones de gases de efecto invernadero que producen. Debemos proponer ejes de construcción sostenible, para minimizar el uso de los recursos y promover la utilización de técnicas constructivas innovadoras con materiales de bajo impacto en el ambiente y que reduzcan la demanda energética y de recursos durante el uso.

(*) Concejala de Rosario - bloque Frente de Todos-PJ