El gobierno nacional se siente seguro en su línea a pesar de los nefastos resultados sociales de sus políticas públicas. Ese dogmatismo neoliberal le permite sortear las tempestades, para usar las figuras meteorológicas que tanto le gustan. La idea es como la de un gordo a dieta (ojalá nunca se les ocurra la metáfora) que tiene que resistir las tentaciones. Lo dijo el presidente Mauricio Macri en el cierre de ese jugoso escenario que siempre representa el Coloquio de Idea que –además- siempre tiene una sola idea. “El populismo es tentador”, dijo el jefe de Estado como si hablara de una torta de chocolate y crema.

Ahí está la raíz de todo, en esa frase se cifra el neoliberalismo completo como doctrina que va a aplicando sus estándares para “salvar” a la sociedad de caer en la tentación populista de creer en un Estado que verdaderamente actúe como nivelador de las relaciones sociales. Que limite a las corporaciones en su afán de concentración y que establezca reglas claras que conduzcan a la redistribución del ingreso. Como lo sintetizó el filósofo contemporáneo Alfredo Casero con su ya célebre “quieren flan”. Justamente, un ex gordo que con la ayuda del quirófano pudo enfrentar sus tentaciones.

Pero la idea oculta, la verdadera tentación que es la de la movilidad social en la Argentina. Esa es la historia del país y es la que enfrentran siempre los gobiernos antipopulares. Como lo dijo hace pocos días la periodista Sandra Russo: “Irigoyen, Perón, Alfonsín, Néstor y Cristina Kirchner son de los pocos presidentes que, cada cual a su manera, lograron conquistar derechos frente al establishment. También todos ellos, a su manera, terminaron pagando por esa osadía”.

Para el macrismo no hay contradicción en invertir en el “gasto social” en Argentina. Por eso se ocupó desde un principio de acrecentar la ayuda a los sectores más vulnerables y lo sigue haciendo a rajatabla. El verdadero problema del gobierno son los trabajadores, los que disputan la renta con sus leyes protectoras, los que quieren vivir como una vez vivieron, con sueños, vacaciones pagas, casa propia, auto, etc.

Desde ese punto de vista el gobierno de Cambiemos viene siendo un éxito. El Mirador de la actualidad del Trabajo y la Economía, acaba de publicar su informe en el que asegura que la caída real del salario de los trabajadores argentinos desde que asumió Macri, es de 15,3%. Y apunta que “según el boletín estadístico de la seguridad social de la Afip de septiembre, el salario alcanzó el mínimo desde que asumió el gobierno de Cambiemos. El poder de compra del salario del mes pasado de este año es igual al del mes de marzo de 2009: Un retroceso de 9 años y medio para los trabajadores”. De esta manera y según calcula el Mirador “cada trabajador perdió en promedio 94.116 pesos desde que asumió este gobierno”.

Pero hay más. Por eso en el coloquio de una sola idea, tanto el ministro de la Producción, Dante Sica como el propio presidente confirmaron que el año que viene insistirán con la reforma laboral. Y hasta develaron cuál será la línea argumental para tratar de imponerla: “La ley laboral argentina hoy protege a los que tienen trabajo, pero no ayuda a conseguirlo a los que no lo tienen”. Habrá muchos capítulos más.