A Mauricio Macri se le animan. Esa es la sensación política reinante, que el presidente y el gobierno comenzaron a transitar el camino en bajada de la ladera. Ya no es la gestión que hegemonizaba todo el relato político y cada vez son menos y poco duraderos los artificios a los que recurrir para sacar de eje al principal problema de los argentinos: La economía.

Se le anima el radicalismo amigo, el que integra el Frente Cambiemos que fue el que rápidamente olió la debilidad e intentó sacar rédito de ello. Y pudo hacerlo: El mismo día en que Hugo Moyano y su gran marcha de trabajadores ponía en jaque al gobierno, el presidente Macri recibió a sus principales socios en Olivos. Hacía muchísimo tiempo que no los consultaba para nada.

Al gobierno se le animan hasta los economistas ortodoxos que sostienen que “nos estamos endeudando para que los argentinos gasten sus dólares afuera” o que “el gobierno soslaya peligrosamente el tema de la inflación”, como pudo leerse en los principales diarios del país que no son, precisamente, lo que se puede llamar opositores al macrismo. Roque Férnandez, el ex ministro de Economía de Carlos Menem, sostuvo que por los desaciertos económicos de la actual gestión y si “la deuda sigue creciendo, puede volver el populismo”.

La defensa del policía Chocobar que mató por la espalda a un delincuente en La Boca, la falsa denuncia sobre un falso mail vinculado al memorandum con Irán con el ex canciller Héctor Timerman, y más recientemente el debate sobre la despenalización del aborto; son cuñas que se meten en la discusión nacional para no pensar en lo que es realmente vital. El ejemplo de la polémica por el aborto es claro. El gobierno habilitó el debate y a renglón seguido se manifestó mayoritariamente en contra. Es un debate importante y que hay que dar, pero está clara la intención del Ejecutivo de abrirlo en estos momentos.

La pelea con Moyano no es la pelea con Moyano. Es la discusión sobre los convenios colectivos en la Argentina. Lo que el gobierno intenta mezclar con privilegios o prebendas de los capos sindicales, son en realidad los derechos y conquistas de los trabajadores. Por eso es que el camionero juntó medio millón de almas en la 9 de Julio. No hay manera de ser sindicalista amigo de este gobierno sin entregar a los afiliados al sacrificio. Como no había manera de hacerlo durante el menemismo. Este modelo es contra los trabajadores si no, no es.

A Macri se le animan ya dentro de su propio gabinete donde hay “gurkas” del optimismo como los llamó un analista de Clarín; y tenues críticos del rumbo que empiezan a pensar que habría que ir viendo dónde están los botes. Los primeros sostienen que está todo bien y que no hay que escuchar las críticas negativas y malintencionadas. Los últimos son los que creen que hay una sola forma de sobrevida para este gobierno y es la política.

Volver al consenso, abandonar los slogans, dejar de presionar a los sectores medios y bajos. Por el momento no parece ser éste el sector que esté ganando la pulseada.