La ecuación no cierra por ningun lado. Las raciones crecen mes a mes, con más alumnos que se anotan para recibir un plato de comida. Pero las partidas para comprar los víveres pierden valor mensualmente por el aumento de los precios.  La salida a la encrucijada la aportan los docentes y los ayudantes de cocina que trabajan en los comedores escolares: se las ingenian para “alargar la comida, aguarla, meter más fideos" para que ningún chico se quede con hambre.

La demanda de alimentos siguió en alza en este 2017 en la mayoría de los barrios de Rosario, según la estimación que hacen quienes trabajan a destajo para palear las necesidades de los sectores más castigados por la pérdida del poder adquisitivo. Los comedores escolares y barriales están trabajando "al límite" y con dificultades operativas ante la alta demanda. 

Las escuelas del Gran Rosario entregan actualmente 132 mil copas de leche y 62 mil raciones diarias de comida. El año pasado se cerró con un total de 128 mil y 54 mil, respectivamente. Todos los meses hay nuevos alumnos que piden sillas frente a las mesas. "Las cocinas hoy trabajan al máximo de sus capacidades", señala Lorena Almirón,  secretaría adjunta de la seccional local de la ATE, encargada de monitorear el trabajo de los comedores.

Un panorama similar brinda Gustavo Mogues, ex presidente y actual colaborador de la Federación de Cooperadoras Escolares. La demanda crece de forma sostenida desde los primeros meses de 2016, cuando se movió el tablero macroeconómico y se achicaron los bolsillos de asalariados y trabajadores informales. 

"El incremento este año supera el 20%. Más platos de comidas en los comedores es sinónimo de ajuste y crisis, eso no falla nunca", asegura. La situación se agrava porque "desde años que las partidas para comedor pierden por goleada contra la inflación", denuncia Almirón. El Estado provincial paga 10,37 pesos por la ración de comida y 3,54 por cada copa de leche. Para una buena dieta nutricional, hoy se necesitan como mínimo una inversión de 35 pesos por alumno por día. 

Este ingreso se complementa con un aporte de Nación (llamado “refuerzo nutricional”) que aporta 1,61 pesos para el comedor y 0,65 para la colación,  lo que hoy equivale equivale a 15 gramos de carne y/o 15 cm3 de leche.  "Este año la provincia actualizó las partidas en un 25%, no es lo ideal, pero algo es algo. En cambio las partidas de Nación están congeladas desde hace años", denuncia la dirigente de ATE.

Para no dejar ningún plato vacío, los cocineros hacen "malabares" con la mercadería que reciben. Las "tácticas" pasan por "alargar la comida" con más agua o más caldo o agregarle más fideos o arroz a las preparaciones. "Hay barrios como Tío Rolo o Las Flores con un 95% de asistencia a los comedores. No podemos resentir la ayuda", explica Almirón.

Ante el incremento de la demanda, ATE quiere incluir a las escuelas secundarias dentro de la atención de los comedores escolares. Los alumnos más grandes también necesitan una ayuda para completar todas las comidas diarias. "Percibimos que vamos a transitar un 2018 complejo y queremos que el Estado amplíe su paraguas de contención", concluye. 

En los comedores comunitarios, el panorama no es tan preocupante porque "el temporal más fuerte ya pasó", según explican desde el Municipio. El incremento de raciones se sintió fuerte en los últimos dos trimestre del 2016, con un aumento de la demanda que alcanzó el 30%. Este año, aclaran, la ayuda se mantuvo "más bien constante".

Hay 195 comedores distribuidos por todos los barrios de la ciudad que financia el estado local. Lo que sí se advierte son familias que se presentan a pedir asistencia de cualquier tipo, a veces está relacionado con lo habitacional, con el empleo o con la alimentación. Esto antes no pasaba porque podían resolver su subsistencia con changas y con la Asignación Universal por Hijo. Ese dinero ya no alcanza", señalan desde la Secretaría de Desarrollo Social. 

Las solicitudes de la Tarjeta Única de Ciudadanía (TUC), programa que la provincia implementa desde 2008 para reemplazar los tickets y cajas alimentarias, sí aumentaron en este 2017.  El 2016 había 54.000 beneficiarios, hoy ya se cruzó la barrera de los  55.500. Se tata de vecinos que sobreviven con menos dinero que el salario mínimo vital y móvil. 

"Estamos saturados"

El centro comunitario San Cayetano, ubicado en calle Gorriti al 6000, en el corazón de Ludueña, empezó a funcionar en 1982. En un principio, se confeccionaban guardapolvos para los chicos del barrio. La solidaridad se transformó rápidamente en necesidad. A fines de 1988, el lugar se transformó en un comedor a cielo abierto. Madres y maestras se juntaban para, entre todas, preparar decenas de ollas de comida.

Con el tiempo, llegaron las paredes y los ladrillos. Los talleres, los juegos, la contención y las sonrisas de grandes y chicos. Las 120 mujeres que hoy colaboran para que la rueda siga funcionando ponen el "factor humano" como puntal de un proyecto que no tiene fecha de vencimiento. Se enorgullecen al hablar del Pocho Lepratti y de Mercedes Delgado, militantes asesinados que pusieron sus cuerpos al servicio de los más necesitados.

El año pasado, Rosarioplus.com recorrió sus instalaciones ante una demanda de comida que se había disparado. En aquel entonces entregaban 450 raciones diarias. El 2017 cierra con 580, un límite que ya no se puede superar. "Estamos saturados, con los fondos que tenemos no podemos preparar más comida", cuenta Mirta, una de las encargadas del lugar.

"La situación es delicada porque desde hace un tiempo a esta parte empezó a faltar el trabajo y se cayeron las changas, entonces la gente se acerca para llevarse un plato de comida a la casa", agrega la mujer. El fin de año está lejos de ser el esperado. "El panorama empeora mes a mes, es preocupante", concluye.