El rosarino Felipe Gallo tenía 23 años cuando fue convocado para ser parte de las tropas que viajaban a Malvinas en 1982. Ya en el sur del país pero todavía en tierra, se hizo amigo de Rodolfo Cardiglia, que también lucharía con la Marina. En esos días previos al desembarco argentino en las islas y el inicio de los combates, le contó que tenía un hijo que acababa de nacer, que se llamaba Santiago y que no había alcanzado a conocer. También le sacó una foto, sonriente y con ropa de marinero.

Felipe fue asignado al ARA General Belgrano y su amigo Rodolfo al buque Hospital Bahía Paraíso. No volverían a verse las caras en el día a día, hasta unas semanas después, en la fatídica tarde del 2 de mayo: habían pasado diez minutos de las cuatro de la tarde cuando el submarino inglés Conqueror torpedeó al General Belgrano, pese a que viajaba por fuera de la zona de exclusión militar. El barco argentino se hundió en menos de una hora. Muchos de sus tripulantes, 300, murieron en el mismo momento. Otros 23 fallecieron por el frío durante el rescate. Fue la mayor tragedia militar de la historia moderna argentina. Del mismo crucero, fueron rescatados 770 marinos. Y el destino quiso que Cardiglia haya sido uno de los últimos en ver con vida al soldado Gallo.

Felipe es uno de los 13 rosarinos caídos en Malvinas, pero la historia suya es muy particular. Había llegado a Malvinas como cabo electricista e integró durante cuatro décadas la lista de los sobrevivientes de aquel 2 de mayo del '82, porque fue rescatado con vida tras tirarse al mar. Pero falleció tres días después en el Buque Hospital Bahía Paraíso, por las graves heridas en su cuerpo que le había causado el ataque del torpedero inglés. Por ello, desde este año se sumó su nombre a las víctimas del ARA General Belgrano.

Justo cuarenta años después de aquel doloroso episodio, se lo recordó en el Cementerio El Salvador. Y sus restos fueron trasladados a un lugar especial allí, denominado Paseo de los Ilustres. Para el homenaje, llegó el viceministro de Defensa de la Nación y otras autoridades, estuvo también el intendente Pablo Javkin y los grupos de combatientes de Malvinas de Rosario.

Pero el punto más emotivo del acto lo brindó el abrazo de Cardiglia con Santiago Gallo, el hijo de Felipe, ambos especialmente en Rosario para este homenaje tan especial, a cuarenta años del hundimiento del General Belgrano: Rodolfo sacó de su bolsillo la foto que le había tomado a Gallo en el sur -en la que se lo ve orgulloso sobre la baranda de un barco con el que cruzaría a las islas,- y se la entregó emocionado a Santiago, aquel bebé que nació en 1982, que hoy tiene 40 años y dos hijos adolescentes, que también están acá en el Cementerio El Salvador.

Cardiglia le contó a Santiago que lo último que hizo su amigo antes de morir fue hablar de él, de ese bebé recién nacido al que no iba a volver a ver. "Esta imagen que le saqué a tu viejo esperó 40 años para poder llegar a vos", le dijo a Santiago.

Párrafo aparte merecen la labor de Fernando Vitale, ex combatiente que estaba en el buque que escoltaba al General Belgrano, de vital importancia para el rescate de los heridos. Fue con su labor de memoria este año y la tarea del periodista rosarino Ricardo Robins con un trabajo especial para Rosario3 por los 40 años de la Guerra, que se pudo completar la historia de lo que había pasado con Felipe.