El sueño de la casa propia suele ser el anhelo de muchos argentinos. En un país donde este deseo se torna inalcanzable, quienes pueden concretarlo muchas veces lo logran endeudándose y a base de grandes sacrificios. Este es el caso de un grupo de familias rosarinas de clase media, que si bien ya tienen la llave de sus flamantes viviendas, no pueden habitarlas porque los módulos no tienen luz eléctrica.

El conflicto es con la Empresa Provincial de la Energía (EPE) que no termina las obras de una subestación interna. Por este motivo, los vecinos no cuentan con el servicio eléctrico. Las tres torres están ubicadas en la esquina de Ricchieri y Mendoza, una de ellas está en condiciones de ser habitada ya que los trabajos en este módulo culminaron a principios de 2020 y los planos de obra civil para la construcción de la subestación fueron entregados por la constructora hace más de 20 meses a la EPE para que haga su trabajo.

En ese sentido, argumentaron los vecinos, que “la cooperativa tampoco se hizo cargo del reclamo que recayó exclusivamente en ellos”. Además señalaron que “la obra comenzó hace ocho años y todavía a dos de las torres les falta un año más de obra para su entrega”. Después de reclamar individualmente, la semana pasada comulgaron en las puertas de la EPE de quienes afirmaron “recibir evasivas de todo tipo, con excusas variadas, por falta de personas o cuestiones ligadas a la pandemia o a las olas de calor veraniegas”.       

Ernesto Ledezma, uno de los damnificados, explicó en el programa Sintonía con vos, al aire de Sí 98.9 que su padecimiento y el de otros adjudicados es muy grande ya que tenían la ilusión de habitar estos departamentos lo antes posible, pero hasta ahora eso no se pudo lo que les ocasionó, sobre todo a quienes alquilan, detrimentos económicos, teniendo en muchos casos que renovar contratos de alquileres o vivir de prestado en casas de familiares y amigos.

“La cooperativa entregó en septiembre de 2020 la parte civil que es lo que le tocaba y todavía la EPE no termino esa obra, si bien llevó algunos elementos, como el trasformador, todavía falta un trabajo que debe tener una demora de tres días y hace un año y medio que eso está paralizado, cuando las personas podríamos ya estar viviendo allí, pero seguimos renovando alquileres, cuando tenemos nuestra vivienda propia que no podemos habitar”, demandó.

“Somos familias trabajadoras de clase media que en su mayoría alquilamos. En mi caso debía entregar el departamento donde vivía en el mes de octubre, pero hice un acuerdo con los propietarios para quedarme hasta diciembre, pero el tiempo que yo había calculado estar se estiró mucho más, situación por la cual los dueños de esa propiedad me pidieron explicaciones ya que debían hacerles el contrato a nuevos inquilinos. Esta situación me llevó en pleno enero a buscar una nueva casa y tener que dejar este departamento y mudarme a otro lado, lo que representa gastos e inconvenientes”, lamentó Ledezma.