Lo que diferencia a María Eugenia Nux  de sus congéneres, nacidos en los `80 y los `90, es que ella vivió la causa Malvinas desde adentro, en el living de su casa, cada día y cada noche. Su padre, Luis Nux, fue uno de los tantos jóvenes argentinos que partió en abril de 1982 hacia las islas con el fin de recuperar ese territorio austral, hasta ese momento olvidado y utilizado por el gobierno de facto como una prenda para sostenerse en el poder.

Mientras buena parte de la sociedad vivió el conflicto bélico como si fuera un partido de fútbol, y luego, post rendición, le dio la espalda al asunto, en la casa de María Eugenia la cuestión Malvinas resultó algo latente, con altibajos y silencios, pero siempre presente como una espina clavada. Malvinas fueron muchas cosas en su vida: el amor por su padre, el enojo con él y la injusticia de no poder entender por qué a ese hombre le había tocado vivir semejante situación de stress mental.

Fue tan así que a Luis le costó mucho sanar ese dolor  y espantar los fantasmas que lo perseguían en su cabeza cada vez que intentaba conciliar el sueño. Por eso, durante muchos años en la casa de los Nux primó el silencio, hablar de Malvinas remontaba al sufrimiento, era mejor callar y dejar las cosas en un lugar estático sin intervenir mucho para que Luis no se sintiera afectado.

“A lo largo de mi vida, el tema Malvinas siempre estuvo presente. Desde muy chica lo acompañé a mi padre a los desfiles en el Día de la Bandera, a diferentes actividades, pero reconozco que el tema se tocó siempre hasta ahí, sin demasiada profundidad y sin saber hasta qué punto o dónde se podía preguntar, sin intervenirlo a mi viejo para que no le duela”, recuerda  María Eugenia en diálogo con Rosarioplus.com. Ella integra la agrupación Generación Malvinas, integrada por hijos e hijas de excombatientes en Malvinas, los caídos, los sobrevivientes: los héroes.

Ella acompañó a su padre en la vigilia del 40° aniversario, en el Monumento a la Bandera. (RosarioPlus)
Ella acompañó a su padre en la vigilia del 40° aniversario, en el Monumento a la Bandera. (RosarioPlus)

Con el tiempo Luis tuvo la oportunidad de volver a Malvinas mediante un viaje que hizo La Asociación Bancaria y que les ofrecían ir a los veteranos del gremio. Su decisión fue ir, estuvo en los lugares donde combatió,  además en el cementerio de Darwin. Una curiosidad es que cuando pasó por el Monte Dos Hermanas donde estaba su trinchera encontró una bota que le perteneció, situación que le generó una gran emoción y lo hizo repasar esos momentos vividos.

Desde que viajó a Malvinas comenzó a ver las cosas desde otro lugar, esa posibilidad le sirvió para sanar. “Al regreso en varias entrevistas que le hicieron en los medios decía que fue un privilegiado, ya que tuvo la posibilidad de volver para poder trasmitir esta historia de tanto dolor, también para terminar de comprender que había estado en una guerra y lo que eso conlleva, que es parte de la historia de nuestra identidad como argentinos”, reflexiona María Eugenia.

Además, razona que él vivía esa situación con mucho dolor y por eso le era muy difícil participar en las agrupaciones de excombatientes. Tras el viaje comenzó a fortalecerse, se abrió a esos espacios, como es el Centro de Excombatientes de Rosario, donde milita hasta estos días. Allí pudo conectarse con historias similares a las que le tocó vivir en el campo de batalla, también el hecho de reconocer que se puede abrazar la causa en comunión. “Por suerte hoy consigue hablar de Malvinas desde otro lugar que no es el dolor, es más bien el orgullo”, celebra su hija.

“Somos tres hijas, yo soy la del medio y nací en el año 1993 (29 años)”, relata  y narra que su padre conoció a su madre después de la guerra, con tan solo 18 años. “Mi papá y mi mamá son entrerrianos, él nació en Paraná y ella en La Paz. Cuando lo llamaron para la guerra estaba haciendo la colimba en Corrientes, su puesto fue en las trincheras, más precisamente en el Monte Dos Hermanas,  y se tuvo que volver antes por problemas en sus pies, por pasar muchas horas enterrado hasta la rodilla en agua helada y barro”.

“Si bien nací varios años después, yo no viví de niña el dolor que sintió mi papá cuando llegó de la guerra y entendí desde muy chica que algo no era muy normal. Les ordenaron que no hablen del tema, como algo muy confidencial, era una situación extraña. Me preguntaba por qué no se podía hablar de lo que habían vivido con sus compañeros, y al mismo tiempo tenías que sanarlo solo. Eso fue muy duro, me lo contó mi abuelo sobre cómo la pasaron de mal esos años de tristeza y olvido”, explica Eugenia.

“En la escuela no fui la única hija de excombatiente, por eso junto con otra compañera (Colegio Los Ángeles), donde también mi mamá era docente, para el 2 de abril se nos convocaba para algún acto. En el caso de mi papá lo llamaron varias veces, pero como conté antes de cómo se sentía, no accedió nunca a eso; pero nos tenían presentes y nos trataban con mucho respeto”, admite hoy sobre el dolor que le generaba a su padre poner en palabras su vivencia en las islas. 

Sin embargo, Eugenia expresa que en ese contexto algo rescató. Su padre siempre remarcó que él pudo seguir gracias al cariño de toda su familia ya que tuvo una buena contención familiar. “Siempre da gracias al abrazo y al cobijo que tuvo de sus padres en todo ese camino de posguerra, que fue muy complicado”. 

Eugenia no entendía porqué su papá no hablaba de cuando fue a la guerra

“El reconocimiento vino con el tiempo, pero todavía falta mucho y hay que seguir luchando, debemos seguir reivindicando la causa en términos de derechos”, añade.  “Hay que recordar a cada uno de ellos con mucho orgullo –añade la hija del conscripto Nux–. En mi caso, estuve mucho tiempo enojada con el tema Malvinas, sentía una sensación de injusticia demasiado grande y me preguntaba por qué a mi papá le había tocado vivir eso, situación que me enfurecía y me entristecía".

No hace mucho, Eugenia entendió que debía aceptar lo de Malvinas como parte de su historia, y que se puede tomar esta causa como una unión, luchando por las causas justas con el fin de trasformar lo y destacar lo que representa esta causa para las futuras generaciones.

Cuando habla del presente se pone en la piel de una militante que abraza la causa con el fin de que nunca se los olvide. En sus pasos por la Facultad de Ciencia Política y Relaciones Internacionales, donde estudió Licenciatura en Trabajo Social, consolidó ese pensamiento de mirar al mundo desde la óptica colectiva. Hoy la agrupación Generación Malvinas la tiene entre sus integrantes, todos son hijos de excombatientes y caídos durante la guerra que no quieren el olvido. Desde 2008 asumen la tarea de seguir re malvinizando, así como lo hicieron sus padres cuando fundaron los centros de ex veteranos.

La solidaridad como bandera y la lucha siempre vigente por la soberanía de las Islas. Pero no es solo eso también es la reivindicación de estos veteranos en material de derechos, que si bien hubo avances como el cobro de pensiones y tener obra social, todavía falta mucho por hacer.