La crisis del Paraná no solo toma magnitud y gravedad por lo pronunciado de la bajante, sino también por su el factor de prolongación en el tiempo. Recién se esperan lluvias para septiembre aunque no se garantiza que devuelvan el nivel habitual.

“La Cuenca del Paraná es un sistema complejo –represas, humedales, planicies aluviales, lagunas, delta– y de mucha extensión territorial. La normalización de su régimen hidrológico llevará tiempo y dependerá de la regularización de las lluvias”, explicó Pablo Mercuri, director del Centro de Investigación de Recursos Naturales (CIRN) del INTA, según recoge el portal de noticias de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR).

De acuerdo con el especialista “se esperan lluvias moderadas durante los primeros días de agosto en la Cuenca del río Iguazú, pero las lluvias en la Cuenca alta, se activarían luego del periodo invernal a partir de septiembre”. Y agregó: “Dependemos de la magnitud y la frecuencia de las mismas durante la primavera para visualizar el escenario futuro más probable”.

Debido a este análisis, “es muy probable que convivamos con la situación de emergencia que genera la bajante durante los próximos meses de este año”, puntualizó Mercuri.

“Lo que ocurre en el Paraná y en otros grandes ríos del planeta (sea por excesos o déficit extremo) es un indicador de la gran problemática que el cambio global y climático genera sobre el elemento agua”, afirmó el director. Incluso explica que este cambio climático genera impactos más pronunciados y prolongados que los provocados por El Niño o La Niña.

Desde el Instituto Nacional del Agua (INA) indicaron que la bajante del río Paraná “es la peor desde 1944, con la probabilidad de superar aquella emergencia histórica”. El INA trazó un escenario que indica que el río en Santa Fe alcanzaría sus niveles más bajos de la historia a fines de septiembre, superando la marca de 1944 cuando se registró -1,04 metros.