Van tres años desde la implementación de la Policía Comunitaria, una de las últimas grandes movidas del Ministerio de Seguridad de Santa Fe. El programa, nacido en 2014 en el marco de la reforma de la institución policial, arrojó hasta el momento “grandes resultados”, según el ministro Maximiliano Pullaro, pero en los barrios de Rosario en los que la joven división policial debe moverse no están tan de acuerdo con ese análisis.

En el acto por el aniversario del nacimiento de la Comunitaria, celebrado esta semana, Pullaro recalcó que pueden apreciarse “grandes resultados en todo el territorio provincial” y que la policía consiguió generar “un vínculo esencial con la comunidad para bajar los altos índices de violencia”.

En el mismo sentido se manifestaron otros funcionarios vinculados al Ministerio de Seguridad. Para la directora de Policía Comunitaria, Verónica Salillas, el balance es bueno: “Estamos orgullosos de esta policía que durante todos estos años logró excelentes resultados en cuanto a la labor preventiva, al vínculo con los ciudadanos e instituciones barriales, y que trabajó con eficiencia y transparencia en el uso de los recursos públicos”.

Los agentes de la Policía Comunitaria nacieron en el marco de la emergencia en Seguridad con el fin de intervenir en distintas zonas vulnerables de manera específica y con un perfil que intentó ser innovador. La provincia buscó que cada agente generase cierto vínculo con el vecino y se integrara al núcleo social. Y aunque para el Ministerio son todas buenas, quienes a diario recorren los barrios tienen otra opinión.

Una Policía demasiado exclusiva

En la ciudad, la Policía Comunitaria desembarcó paulatinamente en distintos barrios en las cuales los vecinos reclamaban más protección. Echesortu, Pichincha, Abasto (en el centro), Ludueña, Belgrano, Arroyito, Las Flores y Tablada (en la periferia) son algunos de los espaios en los que se instalaron los agentes. Quienes a diario transitan por esos sectores no expresan tanta alegría y difieren del diagnóstico oficial. 

Para Facundo Peralta, militante de la agrupación Causa y referente del trabajo barrial en Ludueña, el gobierno provincial “intentó darle otra perspectiva a la Policía, generar mayor proximidad con la gente, pero en realidad no cumplen esa función”.

“El objetivo en Ludueña fue controlar el delito y cuidar específicamente a los comerciantes de calle Junín. Nosotros creemos que eso es privatizar un servicio público que debería brindar la Policía”, criticó Peralta en diálogo con Rosarioplus.com. Situación similar se advierte en Echesortu, donde los efectivos suelen prestar especial a tención a lo que ocurre en el paseo comercial de calle Mendoza.

La militancia que comparte el territorio con la Policía Comunitaria entiende que “en los últimos tiempos los agentes no tuvieron un rendimiento que pueda ser visto por la sociedad en conjunto como satisfactorio”. Una conclusión diametralmente opuesta a la exhibida por las autoridades provinciales.