No hay institución democrática que no esté bajo la mirada sospechosa de la ciudadanía: qué se hace, qué se discute, dónde están las soluciones para los problemas cotidianos que parecen ser cada vez más y más complejos. El Concejo Municipal no está exento de eso. E incluso, la mirada inquisidora está en las bancas de las y los representantes de los rosarinos. 

"El nivel de debate en el Concejo está cada vez peor", dijo la concejala Fernanda Gigliani a este portal a principios de mayo, y apuntó al Frente Progresista como la fuerza política que mantuvo "freezado" al órgano contralor durante estos últimos años. No es la única, sin embargo, que sostiene esta postura.

Tweet de Fernanda Gigliani

“Yo tenía otra expectativa, pensaba que las comisiones eran más activas, a parte creo que se valora de la política las distintas miradas que sirvan para enriquecer un proyecto", consideró Silvana Teisa, concejala por el peronismo desde fines de 2021.  Julia Irigoitia, que comparte bloque con Teisa y asumió con ella, comparte el parecer: “Una cuando ingresa siente que debe trabajar sobre temas que tengan cierta cercanía con las necesidades diarias. Pero ingresar al Concejo te revela otra realidad, tanto de la cotidianidad como de las relaciones que se van tejiendo ahí dentro”. 

Tweet de Julia Irigoitia

"No es que no haya debate, lo que sucede es que hay cosas que llevan mucho tiempo y están en las comisiones, lo que es muy diferente a encomendar un bache, una luminaria, que es también parte del plan del Municipio", defendió, por su parte Nadia Amalevi, del bloque oficialista Arriba Rosario.

Lo cierto es que, si bien hay un recorrido de cada proyecto antes de llegar al recinto, en los pasillos del edificio de 1° de Mayo y Córdoba se murmura que a comparación de otras gestiones hay muchos menos tratamiento de temas trascendentales. Tras la pandemia y, desde este periodo ordinario, las sesiones son cada 15 días. Recién en marzo hubo vuelta completa de la presencialidad a las comisiones y la vuelta a la normalidad para todo el personal de esta casa parece estar costando un poco. Asimismo, algunos pedidos que llegan a discutirse pueden sonar irrelevantes, como es el caso de una luminaria o un bache, pero de eso también se trata el día a día del concejal, más allá de los grandes proyectos políticos que pretenden trasformar la ciudad. 

En el freezer

Silvana Teisa, concejala del bloque Todos Hacemos Rosario, marca postura, más allá del corto tiempo que lleva ocupando una banca tras reemplazar a Eduardo Toniolli. La legisladora vinculada con el movimiento obrero local dice que todo lo que tiene que ver con proyectos presentados por un concejal o concejala que no es del oficialismo parecen “estar metidos en un frízer, nunca se tratan o se ponen trabas para que no baje al recinto y por eso siempre hay que estar haciéndole reformulaciones para que salga”.

Por ejemplo, cita que en las comisiones que integra, como es el caso de Servicios Públicos, con el hecho que se dictó la emergencia del trasporte en enero de 2021, “no se toca el tema o no se debate ningún proyecto ingresado porque siempre se está a la espera de alguna decisión que pudiese tomar el intendente”.

En ese sentido apunta que en marzo de este año el ejecutivo dijo que iba a incorporar 140 unidades al servicio de colectivos, después fue la salida de la secretaria de la Movilidad y ahora el problema de El Cacique y su fecha de caducidad. Para la concejala proveniente de la Unión Obrera Metalúrgica y figura importante del Observatorio Social del Trasporte, el intendente Pablo Javkin utiliza como “artimaña” estas dilataciones para evitar discutir seriamente uno de los problemas más álgidos que se dieron tras la pandemia, con un servicio de trasporte deficiente.

“Yo tenía otra expectativa, pensaba que las comisiones eran más activas, a parte creo que se valora de la política las distintas miradas que sirvan para enriquecer un proyecto. Lo que suele hacer el oficialismo con estrategia es proponer trabas y que de esa forma no salga nada que ellos no quieran y es allí donde está el enojo de los opositores”, lamentó.

Legislar para resolver lo que debería estar resuelto

Julia Eva Irigoitía, de 33 años, es una de las más jóvenes en componer este Concejo. La concejala del bloque Todos Hacemos Rosario asiente la desazón de su compañera de interbloque, Fernanda Gigliani y opina: “Una cuando ingresa, independientemente que se tiene cierta vinculación con el mundo de la política, siente que debe trabajar sobre temas que tengan cierta cercanía con las necesidades diarias. Pero ingresar al Concejo te revela otra realidad, tanto de la cotidianidad como de las relaciones que se van tejiendo ahí dentro”.

Julia acredita que “es cierto que hoy suelen encontrarse con órdenes del día que deberían ser resueltas por el Municipio como rutina”, como es el caso de baches, aunque reconoce que la realidad es que cuando se camina un barrio aparecen estas demandas asiduamente y “no se puede hacer caso omiso a esto, por lo tanto hay muchos expedientes dando vueltas que pretenden resolver cosas que deberían estar resueltas”.

También exclama que las normas de mayor envergadura, léase las ordenanzas que deben penetrar un poco más en el modelo de ciudad que se pretende, “tienen un tratamiento un tanto lento”. “Hay dificultades para que pasen de una comisión a otra y en algunos casos mucha resistencia, en otras situaciones es cierto que el Ejecutivo viene con propuestas y no se mueven de eso, como pasó con la ordenanza anti lavado, que si bien nos parece importante, la concejala Gigliani ya había presentado tiempo atrás una norma similar que no se le dio importancia por falta de decisión política”, arguye.

El tiempo de la planificación

Por ultimo desde el oficialismo, la radical aliada al intendente, Nadia Amalevi sale a bancar los trapos del Ejecutivo y a su referente en el Vasallo, la actual presidenta del cuerpo, María Eugenia Schmuck. Para desgranar lo dicho por sus compañeras de recinto argumenta que antes de la llegada de ellas, el Concejo votó el Presupuesto, que “no es menor”, y hacía poco “había sancionado el Código de Convivencia”.

Hace corto tiempo, explica, se discutió la tarifa de taxis, y señala que además se está discutiendo una ordenanza anti lavado y la urbanización de barrios populares. “Me parece que las ordenanzas y los proyectos que tienen un espíritu trasformador no llevan dos minutos de debate y es por eso que ahí está la sensación que los debates se dilatan y es así porque son temas serios”, argumenta la edila de Arriba Rosario.

Expone luego que muchas veces lo que obedece al impedimento es la factibilidad del proyecto y, cuando se encomienda, indica, “es cierto que el Municipio suele tener un plan previo”, por eso que la factibilidad para que determine si esa obra o acción es necesaria debe evaluarse porque entonces “se duplica el trabajo”.

“No es que no haya debate, lo que sucede es que hay cosas que llevan mucho tiempo y están en las comisiones, lo que es muy diferente a encomendar un bache, una luminaria, que es también parte del plan del Municipio. A veces hacerlo descolgado aparenta como que no avanza, pero la realidad es que existe una planificación urbana que debemos respetar”, marca la edila en el final, ratificando su postura.