El cine nacional aborda el amor desde distintos ángulos y le hace ciertas preguntas propias de las latitudes y los momentos históricos que atravesamos. Algunas de estas inquietudes que fueron llevadas a la pantalla grande se pueden ver en la propuesta que tiene la plataforma Cont.ar con motivo del Día de los Enamorados.

Más de diez títulos, que incluyen series y unitarios, varias ficciones y hasta un concierto realizado en CCK, todas producciones nacionales, invitan a pensar de qué hablamos cuando hablamos de amor. Me quedo contigo es una las tantas opciones que se pueden ver en estos días de manera gratuita en la plataforma pública.

Es la ópera prima de Julián González Díaz -un director conocido en el mundo de los videoclips-, que narra la historia de Joaco, un joven que habita el mundo del grafiti y que se encuentra atravesando un momento complejo en lo amoroso y en medio de un malentendido con el dealer del barrio. Joaco, interpretado por Joaquín Auteli, camina y pinta la ciudad mostrando una sinfonía inquieta de Buenos Aires, sus criaturas y sus noches.

La ficción cuenta con la música original de Pablo Lescano y expone un complejo universo en donde conviven el tarot, el Gauchito Gil, el trap,el flamenco, Alfredo Zitarrosa y la lírica, el vandalismo, el conflicto de bandas y el crisol de razas. De hecho en el elenco se encuentra el trapero español Kaydy Cain.

Una ficción con melodías de Pablo Lescano para el Día de los Enamorados

Como muchas producciones del cine nacional y particularmente las que buscan mostrar lo marginal, se apela al recurso de "no actores". Esto es: la actuación de personas sin entrenamiento actoral pero que responden a determinados estereotipos, y que solo su modo de comportarse y expresarse, otorga realismo al film en lo visual y sonoro. De hecho, muchas de las escenas presentes en Me quedo contigo fueron filmadas de corrido y sin un guion definido, tan sólo esperando el corte del director, y permitiendo que las personas interactúen, otorgado diálogos y situaciones de manera natural, tal como si estuvieramos en presencia de personas reales alejadas de cualquier tipo de ficción.

Una ficción que se atreve a mostrar un submundo, alejándose, aunque sea un poco, de ciertos cliches y que se permite mostrar la riqueza y el acervo cultural de la marginalidad.