El presidente estadounidense anunció el aumento de aranceles contra productos chinos y despertó preocupación en los mercados.

Entusiasmado por un lado y apurado por otro, Donald Trump terminó unilateralmente con la tregua comercial que su gobierno sostenía con el de China, alcanzada en el encuentro del G-20 el año pasado en Argentina.

Está entusiasmado por que la economía le sonríe: la tasa de desempleo descendió en abril al 3,6 por ciento, el registro más bajo en medio siglo, y el crecimiento en el primer trimestre trepó a un 3,2 por ciento interanual.

En el ámbito financiero las noticias también son buenas. El índice Standard & Poor's 500 (conocido como S&P 500) es considerado en los Estados Unidos el índice más representativo de la situación real del mercado. Por otra parte, Nasdaq (National Association of Securities Dealers Automated Quotation) es la segunda bolsa de valores automatizada y electrónica más grande del país -detrás de Bolsa de Nueva York- con más de 3800 compañías y corporaciones participantes. Tiene más volumen de intercambio por hora que cualquier otra bolsa de valores en el mundo. Nasdaq se caracteriza por reunir empresas de alta tecnología en electrónica, informática, telecomunicaciones, y biotecnología entre otras. Sus índices más representativos son el Nasdaq 100 y el Nasdaq Composite. Tanto S&P 500 como Nasdaq batieron récords la semana pasada.

La otra cara de la moneda es el apuro de Trump. El empresario devenido presidente tiene por delante una fecha que lo atormenta: el martes 3 de noviembre de 2020. Ese día se jugará a todo o nada su reelección. Y el electoral no es precisamente un tema que preocupe demasiado a su par chino Xi Jimping, dado que el Congreso del Partido Comunista chino removió el año pasado el obstáculo constitucional que impedía su reelección indefinida. Ese detalle explica en buena medida la ansiedad de uno y la parsimonia del otro.

Los aranceles que preocupan

El lunes pasado los mercados de todo el mundo reaccionaron con una caída ante la alarma producto de los anuncios de Donald Trump. El mandatario amenazó con un alza de aranceles a las importaciones de China hacia los Estados Unidos, en una jugada calculada por el republicano días antes de que comenzara una nueva ronda de negociaciones entre ambos gobiernos.

Como es habitual, Trump utilizó Twitter para hacer los anuncios. Expresó que durante 10 meses, China pagó 25 por ciento de aranceles a los Estados Unidos por 50 mil millones de dólares en bienes tecnológicos, y 10 por ciento sobre 200 mil millones de dólares por otros bienes. Y a continuación agregó que el 10 por ciento iba a subir a 25 por ciento. Ese aumento impactaría sobre unos 1300 productos.

El objetivo de Trump es reducir el colosal déficit comercial de los Estados Unidos con China, que en 2018 ascendió a 378.730 millones de dólares. La estrategia que emplea para alcanzar ese objetivo, es presionar al máximo al gobierno chino para alcanzar un acuerdo lo más ventajosa y rápidamente posible.

Trump sabe que el verano económico que atraviesa su país no será eterno. La baja en los impuestos al sector empresario que implementó, favorece el crecimiento económico pero incrementa al mismo tiempo el déficit fiscal. Es por eso que se hace necesario equilibrar la balanza comercial, porque aunque se trate de la mayor economía planetaria, no hay quien aguante déficit fiscal y déficit comercial simultáneos por tiempo indeterminado.

Impacto global

Las expectativas negativas producto del avivamiento de la pugna comercial chino-estadounidense impactaron negativamente en todos los mercados del mundo, pero perjudica especialmente a los emergentes y, en particular, a Argentina y Brasil por el llamado flight to safety (escape a terreno seguro). Se trata de los capitales que venden bonos de países emergentes para volver a inversiones más seguras. En ambos países quedó en la mira la cotización del dólar, especial motivo de preocupación en Argentina en medio de la crisis económica y cambiaria.

Paciencia china

Desde el Gigante Asiático la posición es diferente a la adoptada al comienzo de la denominada guerra comercial. Las autoridades chinas respondieron en aquel entonces a las amenazas de Trump con otras amenazas. Pero ahora prefirieron recuperar la habitual paciencia china. El gobierno de Xi no estaría dispuesto a negociar hasta que Trump retire las amenazas. Ya en diciembre de 2018 el comienzo de la tregua fue producto de la decisión de Trump de suspender el aumento de esos aranceles. También existe la posibilidad de que Xi apueste a dejar que el tiempo haga su trabajo, es decir, a que el desgaste de una guerra comercial larga decante en una derrota de Trump en las urnas el año entrante, para negociar luego con una administración del Partido Demócrata. Todo es posible.

Lo que es seguro, es que ambos presidentes corren carreras con distintas reglas de juego. Trump corre una de velocidad, Xi, corre una de regularidad. No le importa llegar primero sino llegar en el momento previsto.