Chantaje energético, amenazas y operaciones de falsa bandera por parte del gobierno ruso hacen cada vez más difícil pensar en una paz cercana en Europa.

Lejos de las negociaciones para alcanzar la paz con Ucrania, Vladimir Putin parece avanzar por caminos cada vez más complejos y peligrosos. En los últimos días se registraron distintas acciones que tornan cada vez más incierto el futuro del enfrentamiento y sus posibles consecuencias.

Chantaje energético

Finalmente Putin inició el corte de gas a Europa tantas veces anunciado. Las primeras víctimas fueron Bulgaria y Polonia por negarse a pagar en rublos el combustible ruso. La medida fue calificada por autoridades de la Unión Europea (UE) como "chantaje" y claramente lo es. El presidente de Hungría recientemente reelecto, Viktor Orban, aceptó la exigencia rusa sin oponer resistencia y sigue recibiendo el suministro de gas. Se trata de un viejo simpatizante de Putin.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, advirtió que este desafío tendría una respuesta “inmediata, unida y coordinada”. Es que la amplia mayoría de los países que integran el bloque comunitario rechazaron la exigencia del pago en rublos. El cierre del grifo por parte del gobierno ruso se produce en primavera, pero constituye una clara demostración de fuerza, especialmente para un continente que ya atravesó en 2021 una considerable crisis energética.

Respecto del petróleo, el gobierno alemán anunció la semana pasada que el país está a punto de lograr independizarse del petróleo ruso. Antes del comienzo de la invasión a Ucrania, Alemania importaba el 35 por ciento del crudo desde Rusia pero ya ha logrado reducir esa cantidad al 12 por ciento. Esta independencia favorecería la implementación de nuevas sanciones europeas contra el sector petrolero ruso, aunque el principal problema es -una vez más- Viktor Orban y su negativa a aplicar más sanciones energéticas contra Rusia.

Amenazas

En un acto Putin lanzó la última semana una serie de amenazas en una nueva escalada retórica contra Occidente. "Si alguien, insisto, se dispone a interferir en los acontecimientos en marcha y crea amenazas estratégicas inadmisibles para Rusia, deben saber que nuestros ataques de respuesta serán de la velocidad del relámpago", advirtió el mandatario ruso. Aseguró que su país dispone de "todos los instrumentos para ello", haciendo referencia a las armas hipersónicas, un armamento del cual "ahora nadie puede presumir". Y agregó: "nosotros no vamos a presumir. Los usaremos si hace falta. Y quiero que todos lo sepan".

Las amenazas llegaron tras un considerable aumento del envío de armamento pesado a Ucrania por parte de varios miembros de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) durante la última semana. También se produjo una velada amenaza por parte de la OTAN hacia Rusia a raíz  del acercamiento de Suecia y Finlandia a esa organización militar. Los dos países, tradicionalmente no alineados, están cada vez más cerca de entrar en la OTAN y desde el comando de la organización expresaron que podrían pautar medios defensivos inclusive antes de que el proceso de incorporación finalizara. 

Operación de falsa bandera

Transnistria es una región separatista de Moldavia y fronteriza con el sudeste de Ucrania. Hay claras señales de que allí se produjo una operación rusa de falsa bandera relacionada directamente con la guerra en el país vecino. Hace pocos días se registraron explosiones en distintos edificios. Desde el ministerio de Asuntos Internos de Transnistria se responzabilizó al gobierno ucraniano de por lo sucedido. Horas antes, cientos de ciudadanos y ciudadanas de la región separatista moldava recibieron el siguiente mensaje en sus teléfonos móviles: “El Servicio de Seguridad de Ucrania recomienda firmemente la evacuación de civiles a regiones más seguras. Les aseguramos que las Fuerzas Armadas de Ucrania no desean perjudicar a los civiles, pero aquellos que permanezcan en las ciudades serán percibidos como grupos de sabotaje y serán eliminados sin previo aviso. El bombardeo de cohetes y artillería sobre el territorio de la república se llevará a cabo exactamente a las 19”. Los servicios de inteligencia ucranianos se apresuraron a desmentir la autoría del mensaje y advirtieron sobre un supuesto plan ruso que consistiría en lanzar un misil sobre el territorio de la región separatista para causar bajas civiles y responzabilizar a Ucrania. Un indicador de que algo extraño sucede en la región es la presencia en la región de algunos propagandistas rusos muy conocidos como Semion Pegov alias “War Gonzo”, quien ya ha participado en otros montajes y mantiene estrechos contactos con la inteligencia militar rusa.

El principal argumento por el cual se estima que se trata de una operación de falsa bandera es que no tiene sentido que Ucrania opte por atacar objetivos en Transnistria abriendo eventualmente un nuevo frente militar, en contraste con los ataques y sabotajes que sí llevaron a cabo las fuerzas ucranianas contra depósitos de combustible y arsenales en el sur de Rusia.

Por el contrario, hay razones para pensar que es el gobierno ruso el que se encuentra detrás de los ataques. Transnistria ha aparecido una y otra vez en la planificación rusa de la guerra, desde un mapa mostrado por el presidente bielorruso Alexander Lukashenko en una reunión con su estado mayor a principios marzo, hasta las palabras del comandante Rustam Minnekayev, quien al explicar la nueva estrategia rusa para dominar toda la franja costera ucraniana afirmó: “El control sobre el sur de Ucrania nos dará otro punto de acceso a Transnistria, donde también se han observado actos de opresión sobre la población rusófona”.

Con este tipo de operaciones, el gobierno ruso no apunta a que el público occidental crea realmente que Ucrania está atacando Transnistria. Lo importante es que lo crea la opinión pública rusa, literalmente “secuestrada” por los medios de comunicación oficiales. De ese modo, se legitiman las acciones del régimen, en este caso, un posible ataque a Moldavia.

Además, esto sucede en un contexto en el que Rusia despliega operaciones de falsa bandera en diversos escenarios. Lanzaron varias de ellas en el Donbás en los días previos a la invasión pero  fracasaron estrepitosamente, entre otras cosas, porque los montajes pudieron ser verificados y desmentidos prácticamente en tiempo real por analistas digitales, expertos forenses y especialistas en cuestiones militares. La semana pasada el servicio de seguridad ruso (FSB) anunció el desmantelamiento de una supuesta célula neonazi que pretendía atentar contra los principales periodistas de Rusia, con una puesta en escena tan mal hecha que inclusive algunos observadores sospechan que podría haberse tratado de un intento de dejar en ridículo a Putin por parte de un grupo de espías descontentos.

El gobierno ruso también ha ensayado este tipo de operaciones en otros escenarios. En Mali, África,  cuentas asociadas a trolls rusos en las redes sociales comenzaron a difundir imágenes de los restos de una masacre supuestamente cometida por las tropas francesas antes de su retirada de la base de Gossi. Sin embargo, la operación fue desacreditada después de que el ejército francés hiciese públicas imágenes satelitales en las que se veía a presuntos miembros del grupo paramilitar ruso  “Wagner” enterrando y filmando los cadáveres, exponiendo así el montaje. Todo sucedió la semana previa al balotaje entre Emanuelle Macron y Marine Le Pen.

Pese a lo ya expresado, resulta improbable que Rusia pueda iniciar una ofensiva militar que incluya a Transnistria, y menos aún al resto de Moldavia. El ejército ruso está estancado en el Donbás, donde, en virtud de los envíos masivos de armamento occidental, las tropas ucranianas casi han logrado la paridad con las fuerzas invasoras rusas, sin mencionar que cuentan con una moral  más alta y una mayor motivación porque defienden su propio territorio. En estas circunstancias, resulta difícil pensar que Rusia obtendrá fácilmente el control de Odesa y Mikolaiv, donde los defensores  han conseguido frenar el avance ruso. Sin esas ciudades, la región de Transnistria se torna casi inalcanzable. Paradójicamente, el principal propósito de estas acciones podría ser presionar a los líderes transnistrios, quienes, pese a llevar tiempo abogando por una "unión con Rusia", se han resistido a participar en la invasión de Ucrania. En ese sentido, la operación de falsa bandera podría apuntar a buscar que en Transnistria se abriera un segundo frente para debilitar a Ucrania. La otra explicación posible es que el liderazgo ruso haya consumido su propia propaganda y esté tan desconectado de la realidad que considere que ampliar su agresión hacia nuevos territorios es, de alguna manera, una buena idea. Algo que el propio gobierno chino se ocupó de aclarar en los últimos días que no es así.

En cualquier caso, ninguno de estos complejos caminos parecen presagiar un final inminente de la guerra. La paz está aún muy lejos.