Los candidatos en estas PASO tienen ya un claro panorama del escenario en el que se desenvuelven. No por alguna certeza que le otorguen los sondeos de la opinión pública, sino por la incertidumbre que plantea la apatía electoral de la gente. Pero no es como en otras oportunidades, la mayoría de los postulantes sostienen que raramente se encuentran con bronca en las recorridas de campaña sino con abatimiento y resignación. Y eso, obviamente, tampoco es bueno. La esperanza y la expectativa son motores básicos del accionar político y es muy difícil andar sin ellos.

La pandemia atravesó las crisis habituales y las profundizó con mayor dolor y crudeza. La inseguridad, la pobreza, la falta de empleo y la espiral de precios formaron un combo incierto que no sólo azuza a los oficialismos sino que pone en aprietos a cualquier propuesta opositora también. Ese clima ha llevado a algunos candidatos -no a todos- a reconocer públicamente que las ideas vacías que pululan en todas las campañas tienen cada vez menos lugar. En definitiva, ha llevado a muchos a contarle a al electorado que la política es una ciencia compleja y que las soluciones mágicas no existen.

Hasta en Juntos por el Cambio surgieron dirigentes que aceptaron la necesidad de hacer alguna autocrítica para un gobierno que antes de la pandemia llevó al país a una situación ruinosa en extremo. Claro que siempre está Mauricio Macri para exponer escenarios irreales como que el actual gobierno tiene el mismo nivel de endeudamiento que tuvo el suyo. Sembrar confusión y tergiversar datos siguen siendo herramientas habituales. Pero hay una diferencia sustancial: Esta es la primera elección que el macrismo afronta como oposición y con el recuerdo fresco de su calamitosa gestión. En sólo dos años, nadie se olvida de eso.

Los oficialismos actuales tienen como diferencial a favor los hechos. Decir hoy que el Estado está lejos de la gente, a manera de muletilla se enfrenta a los 620 mil millones de pesos que implicó el mayor rescate económico del sector privado de la historia de parte de una administración, en medio de una pandemia global que tampoco tiene antecedentes. También, a todo el esfuerzo destinado a cuidar la salud de la población con recursos extremos.

Pero además hay particularidades especiales, en Santa Fe equiparar algún programa anterior con Billetera Santa Fe es imposible. Y para los que repiten que el peronismo provincial pisa los recursos en plazo fijo es difícil también explicar la puesta en marcha del Boleto Educativo Gratuito. Y este era un plan que estaba a mano de cualquier administración, pero lo hizo la actual gestión. ¿Cómo pedir que estos temas no se expongan en la campaña? Fueron dos hallazgos del peronismo santafesino en el poder que incluso venga quien venga en 2023 tendrá que mantener.

Como dijo la vicepresidenta Cristina Kirchner hace poco “la política salva a la política”. Pero no hay del otro lado un Sergio Massa que exponga públicamente la necesidad de alcanzar diez acuerdos básicos para después de las elecciones como lo hizo el titular de la Cámara de Diputados en el Consejo de las Américas. Allí habló de una “educación del siglo XXI” y de salir del esquema “de los programas sociales para ir hacia programas de empleo y capacitación laboral”. Y esto último ya es una tema central en la agenda del gobierno de Alberto Fernández más allá de la campaña, lo mismo que el debate en torno a la posibilidad de ir hacia un programa de salario universal básico.

Es más, estas propuestas ni siquiera tuvieron eco en la oposición donde es evidente que los halcones volvieron a ganar la pulseada y derrotaron a las palomas que querían dotar de contenido y política a su propuesta antagónica al gobierno. Esa sería una buena grieta, la que separa a dos modelos, y no la que muestra a Fernando Iglesias rascándose las partes o a los equívocos en los que incurrió el presidente últimamente.

En tono bajo y sin estridencias, algunos cuadros políticos de la derecha reconocen que “si seguimos por este camino será difícil volver a convertirnos en opción de gobierno dentro de dos años”. Y para los que son serios de verdad, este debería ser el camino.