En un día como este, no está de más recordar que aquellos que vemos en cuadros y bustos también fueron padres. Pero algunos tuvieron sus desconsideraciones parentales.           

Manuel Belgrano tuvo una hija, Manuela Mónica del Corazón de Jesús Belgrano, pero su otro hijo, Pedrito, fue un varoncito que tuvo con una mujer casada y fue anotado como huérfano de padre. Esta mujer, María Josefa Ezcurra, era hermana de Encarnación Ezcurra, esposa de Juan Manuel de Rosas, quien terminó adoptando al niño y nombrándolo Pedro Pablo Rosas y Belgrano.

Pero, ya que estamos con Rosas, el gesto que tuvo con el hijo no reconocido de Belgrano no lo exime de sus deudas de padre. Juan Manuel tuvo con Encarnación a Juan Bautista, María y Manuela Robustiana, la que más trascendió en la historia como "Manuelita". Los que quedaron afuera del reconocimiento oficial del Restaurador fueron Ángela, Ermilio, Joaquín, Nicanora, Justina y Adrián, frutos de sus amoríos con su criada Eugenia Castro, a la que Juan Manuel llamaba, no sin cierta mezcla de perversión y desprecio, “la mancebita”.

San Martín también tuvo sus deudas filiales. García Hamilton, en su libro “Don José”, consigna dos supuestos hijos que tuvo en Perú: uno con Jesusa, su criada y otro con Rosa Campuzano Cornejo, activista independentista peruana y amante reconocida de San Martín, que en el país inca tiene el título de “Protector del Perú”. Rosa, para confirmar la relación, era llamada “Protectora del Perú”.

 

En julio de 1822, San Martín protagonizó el histórico encuentro con Simón Bolívar en Guayaquil, pero aparentemente se encontró con más personas porque en abril de 1823 nació un niño que recibió el nombre de Joaquín de San Martín y Mirón. Su madre, Carmen Mirón y Alayón, lo bautizó así y se murió afirmando que su hijo era de San Martín. El Instituto Genealógico de Guayaquil lo reconoció recién en 1972 como hijo de Don José. San Martín, sin embargo, solo se hizo cargo de Mercedes Tomasa de San Martín y Escalada, mejor conocida como “Merceditas”.

Si de descuidada paternidad hablamos, Justo José de Urquiza se lleva todos los laureles. El historiador Enrique de Gandía arrojó una cifra explosiva: Justo José habría tenido más de cien hijos (108, para ser exactos). Beatriz Bosch, biógrafa entrerriana que es referencia en cuestiones biográficas de Urquiza, rechazó semejante número pero reconoció que han sido varios más que los oficialmente reconocidos.

¿Oficialmente reconocidos? Es que para ordenar las cosas, siendo Presidente de la Confederación Argentina, Urquiza recibió el consejo de su amigo y vicepresidente, Salvador María del Carril, para que realizara un “rescripto” (un mecanismo normativo que tenían los reyes para reconocer a sus hijos bastardos) y en 1855 el entrerriano reconoció mediante Ley Federal N° 41 a 23 hijos (sabiendo que quedaban varios afuera): Teófilo, Diógenes, Waldino y José (que había tenido Segunda Calvento), Ana (con Cruz López Jordán que, dicho sea de paso, era madrina de Waldino), Justo José del Carmen y María Juana (con Juana Sambrana), Cándida y Clodomira (con Tránsito Mercado), Medarda (con Cándida Cardoso), Norberta (con María Romero) y los hijos de su matrimonio con la esposa “oficial”, Dolores Costa: Dolores, Justa, Justo José Salvador, José Cayetano, Flora del Carmen, Juan José, Micaela, Teresa, Cipriano, Carmelo y Cándida.

 

Algunos tratan de justificar estos flojos gestos parentales con el saco de “prócer” y “la costumbre de la época”, argumento que cae muy pronto por su propio peso si tenemos en cuenta que no todo padre en esos tiempos se desentendía de su hijo. Así que en este día, saludemos a todos los padres –los de antes, los de ahora, los que están y los que ya no- pero aprovechemos a señalar a muchos personajes de la historia que han sido mejores próceres que papás.

(*) Abogado. Integrante de la Cátedra de Historia Constitucional Argentina, Facultad de Derecho, UNR