El pasado jueves Donald Trump ordenó atacar Irán como respuesta al derribo de un dron estadounidense en el estrecho de Ormuz, pero se rectificó a último momento. La operación se iba a efectuar sobre varios objetivos militares como radares o baterías de misiles, según explicaron distintos funcionarios estadounidenses. Los aviones ya estaban en el aire y los buques en posición, cuando la acción fue repentinamente suspendida. Nadie puede afirmar con exactitud qué podría haber sucedido después.

Las razones últimas de la suspensión se desconocen. Quizás se debió a uno de los habituales cambios de opinión de Trump o a razones logísticas. Tampoco pudo saberse si los ataques fueron cancelados definitivamente o simplemente pospuestos. Trump ya autorizó en el pasado ataques parecidos contra objetivos militares del gobierno de Bachar al Asad en Siria. Pero las consecuencias de un ataque contra Irán podrían tener consecuencias catastróficas para Oriente Medio y para el planeta.

Tensión creciente

A primeras horas del último jueves, las fuerzas armadas iraníes abatieron un dron estadounidense. El régimen teocrático iraní sostuvo que el dron ingresó en su espacio aéreo para cumplir tareas de vigilancia y que por ese motivo fue derribado. Desde el Pentágono afirmaron que el aparato se encontraba cumpliendo una misión de reconocimiento sobre aguas internacionales cuando fue destruido.

Independientemente de dilucidar quién tiene efectivamente la razón, lo cierto es que el episodio elevó un paso más la tensión ya existente entre los gobiernos de ambos países.

El vínculo bilateral se resintió fuertemente desde que Trump decidió retirar a su país del acuerdo nuclear suscripto con Irán y las potencias europeas. Ese acuerdo había sido la conclusión de décadas de negociaciones entre Irán y Occidente y había sido uno de los mayores aportes que el gobierno de Barack Obama había hecho a la paz global.

Pero Trump no se conformó con romper el acuerdo, sino que reanudó las sanciones contra la República Islámica levantadas bajo el pacto y las reforzó en mayo con el fin de las exenciones a otros países para la compra de petróleo crudo iraní. El perjuicio económico que estas medidas le causan a la economía iraní son considerables. Pero simultáneamente, mientras Irán se perjudica, la crisis provoca un aumento del precio internacional del petróleo que beneficia -entre otros- a países aliados de los Estados Unidos como Arabia Saudita, y a las propias empresas petroleras estadounidenses.

Debe destacarse que el derribo del dron se produjo en un momento en el cual la escalada ya había llegado además al plano militar. El lunes pasado, el Pentágono informó sobre el despliegue de mil soldados más en Oriente Medio, como respuesta al supuesto comportamiento hostil de las fuerzas iraníes. Sucede que el gobierno de los Estados Unidos acusa al de Irán del ataque a varios buques petroleros en el golfo de Omán.

La tensión aumentó todavía más cuando el gobierno iraní respondió el mismo lunes que excedería los límites de la producción de uranio enriquecido establecidos en el acuerdo nuclear firmado en 2015. El desarrollo de las potencialidades nucleares iraníes es el punto que mayor preocupación causa en los aliados de los Estados Unidos en Oriente como Israel y Arabia Saudita.

La doble vara de Trump

Mientras Donald Trump juzga al régimen iraní, rompe acuerdos y pone sanciones, procede de una manera radicalmente distinta con otros regímenes iguales o peores, pero que mantienen un estatus de aliado preferencial.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) reveló recientemente que existe evidencia creíble de que el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salam y otros altos funcionarios, estuvieron detrás de la muerte del periodista del diario Washington Post y crítico de la monarquía árabe, Jamal Khashoggi. El informe publicado el último miércoles reconstruye mediante grabaciones los últimos momentos de Khashoggi en el interior del consulado saudí en Estambul, donde fue asesinado en octubre del año pasado. Se trató de una persona, no de un aparato. Se trató de un periodista que trabajaba en los Estados Unidos. La monarquía Saudita que Khashoggi fustigaba, es aliada de los Estados Unidos, tenedora de bonos de la deuda externa norteamericana, proveedora de petróleo crudo y pieza clave para la regulación del precio mundial de ese insumo energético.

Con una vara Trump juzga al régimen teocrático iraní y lo condena. Pero usa otra distinta para medir a la monarquía Saudita, uno de los regímenes más retrógrados y opresivos del planeta.

Curiosamente o no, los regímenes de Arabia e Irán pugnan desde hace tiempo por la influencia sobre el mundo islámico, una pugna que se convirtió en guerra en Yemen y en la cual cada régimen no duda en mostrar a sus aliados. Los árabes, como ya se ha dicho, exhiben a sus aliados estadounidenses, Los iraníes hacen lo propio con sus aliados rusos y chinos. Cabe inferir entonces que Trump detuvo el ataque al sopesar que un enfrentamiento bélico con Irán, podría tener consecuencias catastróficas para la paz y la seguridad mundiales.