El gobierno está convencido de que le impuso una derrota a Sergio Massa y a gran parte de la oposición que se unió en Diputados para marcarle la agenda al oficialismo con el tema Ganancias. Pero en rigor reaccionó tarde ante sus propios errores y trata de mostrar fortaleza a través de la extorsión hacia los gobernadores. Ahora la timorata CGT unificada es la que tiene la posibilidad de conseguir un “piso” digno para el impuesto.

Es como les dijo en una oportunidad un experimentado dirigente gremial a los trabajadores de su sector: “No sólo se alegren porque han conseguido altos salarios en las negociaciones, también preocúpense si nos quedamos solos en la obtención de estos beneficios que no consiguieron otros sindicatos. Si estamos solos, tarde o temprano vendrán por nosotros”. Es una lástima que no haya más sindicalistas que interpreten así la realidad.

Lo que sí dejó en claro el gobierno es que no hay vuelta atrás en la eliminación de las retenciones a las mineras, uno de los puntos fuertes del proyecto aprobado en Diputados para morigerar el costo fiscal de la modificación del impuesto. Tampoco habrá posibilidad de gravar la renta financiera. Así, no hay manera de meter más plata en el bolsillo de los trabajadores.

Claro está que el problema no es el costo fiscal de las medidas sino quién lo paga. El presidente no dudó un instante a la hora de transferir miles de millones a los grupos concentrados de la economía, pero está dispuesto a resistir con uñas y dientes cualquier medida que traspase fondos en cantidad importante a manos de los trabajadores argentinos. Gobernar es repartir, hacia dónde es el modelo.

Pero está claro que los vaivenes en torno a Ganancias dejaron muchas cosas al descubierto y también heridos en las trifulcas. El posicionamiento del gobernador Miguel Lifschitz –que podría haberse alineado con el resto de sus pares pero con otro perfil- no será gratis. En este caso el costo puede ser electoral. ¿Cómo convencerán los candidatos del socialismo que son la alternativa el año próximo si permanecen tan cerca de la órbita de Cambiemos? No son pocas las encuestas que ya están dando una respuesta sobre el problema.

El gobierno nacional tiene una sola bala y es la confianza que aún depositan en su gestión una importante cantidad de argentinos. Un escenario que sintetizaron a la perfección varios medios extranjeros a la hora de hacer el balance del primer año de gestión de Macri: “Bien en las encuestas, mal en la economía”, tituló más de uno la semana pasada. Pero es necesario que el autodenominado “mejor equipo de gobierno de los últimos 50 años” entienda que la situación tiene fecha de vencimiento.