La locutora habla sobre el amor por el folclore. Habla sobre el valor de la inclusión social. Menciona y enuncia una línea de gestión que se traduce en un hecho concreto que está a punto de comenzar. Y les pone nombre a los protagonistas. Son catorce integrantes, siete parejas con atuendos típicos que ingresan al auditorio del Anexo del Congreso de la Nación para bailar. La locutora advierte: “Desalojen los pasillos, porque van a ocupar toda la sala”. Y ahí entran ‘Los Únicos’, el grupo de danzas folclóricas que nació en octubre del 2014 a la luz de una peña.

Ellos, todos, son empleados de la Cámara de Diputados. Lejos de los papeles, la burocracia, los proyectos de Ley y las oficinas pensaron que se podía formar una agrupación de danza que incluyera a las personas con discapacidad que trabajan en el Congreso. Ellos ahora están bailando en el marco del Ciclo Cultural para la Inclusión, un espacio que pretende generar un proceso integrador entre espectadores y artistas con discapacidad, a través del teatro, el cine y la música.

Ellos son: “Azul, Juliana, Andrea, Gabriela Julieta, Verónica y Danisa. Y sus parejas, Luciano, Pablo, Martín, Facundo, Lucas, Diego y Leo”.

¡Y se va la primera!

Cuando Danisa Herrera llegó a Buenos Aires desde su Mendoza natal para trabajar en el Congreso jamás imaginó que podía combinar su pasión por la danza y su trabajo formal. Ella estudia en la Universidad Nacional de las Artes la licenciatura en Folclore y  heredó de su familia el amor por el arte. Nunca pensó que podía combinar el trabajo administrativo en la cámara legislativa con su pasión. Hasta que el año pasado, luego de organizar una peña con los empleados nucleados en la Asociación del Personal Legislativo se preguntaron ¿Por qué no armar una compañía de danza? Y el por qué no fue un por qué sí. Así nacieron ‘Los Únicos’, la agrupación folclórica que reúne a personas con y sin discapacidad y que ahora están bailando.  

 

 

“El proyecto arrancó como un espacio de recreación. Queremos aprender sobre las danzas folclóricas argentinas. El tema de la peña fue impactante, porque salimos de las oficinas para bailar”, recuerda Danisa. “En el gremio gustó la idea y los chicos se coparon. Somos compañeros que nos vemos siempre en los pasillos.

Ahora queremos ampliar el proyecto para otros sectores del congreso”, dice la estudiante de danza que pretende mantener el espíritu de inclusión. Danisa dice que su vida cambió “un montón”.  “Nunca había pensado  trabajar con personas con discapacidad. Cambiaron mis valores, mi vida entera. La presencia del arte pudo hacerlo”.

El 4% de total de la planta de trabajadores de la Cámara de Diputados son personas con discapacidad. Actualmente el número llega a 70. Y ese no es número frío. Tienen nombres y rostros, como los pibes que bailan arriba y abajo del escenario.

Luego del folclore llega la fiesta, la descontractura y el delirio lúdico de la murga. La locutora oficial se ríe y los anuncia bien arriba. ¡Con ustedes, Los Callejeros! Y suenan canciones de los Cadillcas, Gilda y Alberto Casillo. Los colores que predominan son el amarillo y el rojo. Hay trompetas, redoblantes, bombos, silbatos y tambores. Nicolás Mazza, un profe de grado que un día pensó en crear una murga en una escuela de Hurligham,  es quien marca el ritmo y el acting.

La murga es salud

“Somos emprendedores artísticos y culturales. Somos maestros de grado que en 1999 arrancamos con un taller y la inercia de la ganas nos fue llevando a esto”, cuenta Nicolás.  Para el maestro, devenido en líder de la alegría, la murga es un espacio articulador en donde se plasma el potencial de cada integrante. “Somos una murga, te confieso que cuando empezamos no pensé en inclusión”. Claro, la inclusión fue ese “no pensar”. Todos los integrantes tuvieron siempre lasmismas posibilidades.

“La idea es que la gente que nos venga a ver se vaya pensando que vio una murga, que incluye danza, canto, humor”, no apuntan a una murga integrada con personas con discapacidad, el valor agregado es la murga en sí misma. Aunque Nicolás es consciente que generaron un reposicionamiento de los chicos en su familia, en el barrio. “Hoy vinieron muchas familias a ver a sus hijos porque actúan. Ellos están acostumbrados a llevar a sus hijos a un médico, a un hospital. Sacarlos a través del arte es una herramienta maravillosa. La murga también es salud”.

En el barrio, la vida cotidiana está distinta. Y la suya propia también cambió. “Mi vida, antes de la murga, era el aula, aunque siempre con una mirada desestructurada de la educación. Con la llegada de ‘Los Callejeros’ cambió mucho, todo cambió. Y uno no se tiene que especializar sino disfrutar de lo que hace. La mitad de los chicos hace quince años que están con nosotros”, recuerda Nicolás.

El paso del tiempo también hizo cambiar la mirada de los otros. Al principio, invitaban a los integrantes casi lastimosamente. “Vamos a invitar a estos pibes a ver qué hacen. Y cuando íbamos al corso y veían que teníamos ritmo, corte, baile y humor se daba cuenta de todo nuestro juego”. Nicolás sostiene que es fundamental una premisa: “Trabajamos con personas que tienen intereses de interactuar con el otro. No son angelados, son personas”  

El público, que ya está de pie y a los saltos al ritmo del ‘Bombón asesino’, pide más cumbia. La fiesta del arte popular está bailando en un auditorio formal, en el mismísimo Congreso de la Nación. Y la fiesta continúa porque recién este es el cierre del primer capítulo del ciclo organizado en conjunto con el Ministerio de Cultura y la Asociación del Personal Legislativo. Un ciclo que tiene como punto de partida el Programa de Formación e Inserción Profesional  para las Personas con Discapacidad.  El punto de llegada es, ni más ni menos, la construcción y la recuperación de la igualdad de oportunidades para todos y garantizar los derechos de las personas con discapacidad. Cuando el inicio parte de una fiesta sin distinción, la llegada es sólo un camino que se hace andando. O más bien, bailando.

 

 

Cómo sigue el Ciclo Cultural para la Inclusión

Martes 16 de junio, a las 14.00: Coro del Colegio Nuevo Día y Los Tarkas.

Jueves 18 de junio, a las16.00: película Abrazos de agua, sobre los Tiburones del Paraná.

Martes 23 de junio, a las 14.00: Inauguración muestra Revelados, de ASDRA, grupo de danzas folclóricas Los Únicos y Ricardo Otaegui.

Martes 30 de junio a las 14.00: Coro Polifónico Nacional de Ciegos.

Jueves 2 de julio, a las 14.00: Obra de teatro Escuelita Rural, del grupo Sin Drama de Down.

 

Auditorio Anexo 1, Honorable Cámara de Diputados de la Nación.