El 20 de septiembre de 2016, a la medianoche, Víctor Buso, un cerrajero rosarino aficionado a la astronomía desde que tenía 11 años, hizo un descubrimiento histórico. Un año y medio después es titular en medios internacionales luego de que la revista especializada Nature publicara un informe que confirma el hallazgo. 

Esa noche el cielo estaba particularmente despejado. "Estoy sacando una secuencia de la galaxia cada 20 segundos, cuando veo un pixel que empieza a aumentar de brillo -recuerda, emocionado-. Empecé a llamar a la gente que se dedica a la astronomía en forma profesional, pero a las doce de la noche no encontraba a nadie. Hasta que di con otro aficionado que me dijo que tenía que dar el alerta mundial. Entonces elaboré un llamado con la exposición, brillo y mediciones para que un observatorio más poderoso confirmara lo que estaba viendo", relató Buso a la prensa internacional.

De este modo Víctor Buso, desde el techo de su casa en Rosario, era testigo de los primeros instantes de la explosión de una estrella, el fenómeno que los astrónomos venían persiguiendo sin éxito desde hace años: el nacimiento de una supernova.

Las imágenes de Víctor tomadas a lo largo de dos horas resultaron un tesoro invaluable, una fase largamente buscada pero hasta ese momento nunca observada hasta el punto que se barajaba la posibilidad de que esa fase no existiera según publica el medio especializado.

La aparición de una supernova es un cataclismo en el cosmos y las probabilidades de registrarlo son de entre una en diez millones y una en cien millones. El Quini 6 tiene una probabilidad de uno en diez millones. Sin duda Buso se ganó la lotería astronómica.