El verano en Rosario se tornó insostenible, eso no es novedad. Más de cuarenta de térmica, la humedad que mata. El único alivio se encuentra bajo el amparo de un aire acondicionado o sumergido cómodamente bajo el agua. Pero, claro, la costanera está inundada y no todos tienen la fortuna de ser socios de un club o tener pileta en el jardín. Llega entonces para muchos, como salvación, la vieja y querida pelopincho. 

Los vendedores de “piletas de lona” (así el nombre oficial), consultados por Rosarioplus.com, aseguran que las ventas crecieron en los últimos dos años. La diversificación de los productos hace que cada vez haya más pelopinchos, de distintos tamaños y precios, aptas para todo tipo de patio, terraza o espacio disponible. Pero la situación tiene una cara de la que nadie habla: cada vez hay más dueños primerizos que no saben cómo cuidar de sus pelopinchos. 

Una vez comprada, instalada y largamente disfrutada por familia y amigos, llega el problema: hay que limpiar la pelopincho. Entonces empieza el cruce de teorías y técnicas: cómo desagotarla, cada cuánto, qué hacer con el agua, cómo conservar el agua limpia por más tiempo, sí al cubrepiletas, no al cubrepiletas, sí a la bomba, no a la bomba entre otras. Los debates se suceden como si se hablara de la inflación.
 

​Gastón Jacquier, encargado de un local de venta de piletas de lona en Rosario, conoce muy bien la situación: “El problema principal cuando uno compra una pelopincho, no es el armado, ni quién la use. La pelea familiar suele centrarse siempre en la limpieza, causa más que justificada para algún que otro alboroto”. Bien, hasta ahí está claro: todos quieren bañarse en ella pero nadie quiere ocuparse de mantenerla.

“Pero el tema va más allá del esfuerzo físico y el tiempo”, asegura Gastón. “El desperdicio del agua potable es lo que más nos debiera preocupar. Eso sumado a la falta de presión en algunas zonas, a los altos montos de las facturas de agua en los barrios donde hay medidores, y la cantidad de enfermedades que puede generar el líquido inmóvil por largos periodos”. En épocas de por el dengue y el zika, el tema de los residuos de agua no es nada menor. 

Pero hay buenas noticias y llegan de mano de los expertos. Gastón afirma que hay “innumerables maneras” de evitar cualquier tipo de problema y deja algunos tips clave para cuidar y mantener la pelopincho, conservando la paz familiar:

- Usar cubrepiletas. “Este accesorio se debe colocar de noche, o cuando hay tormenta. Impide que entre tierra y hojas al agua. No se debe poner durante el período del día que hay sol pleno, ya que trasmite el calor, y hace que el agua tome mal olor”. Además de tomar temperatura de sopa, claro.

- Utilizar líquidos para mantener el agua. “En todos los supermercados y casas especializadas, hay cloro y alguicidas. Verificar siempre que diga la leyenda ‘para pileta de lona’, ya que si uno derrama productos para piletas de material o fibra, la lona se decolora y arruina rápidamente. Siempre usar productos líquidos, jamás pastillas o cloro granulado”. Atenti a las etiquetas.

- Usar bombas portátiles con filtro y barrefondo (sólo para pelopinchos de gran envergadura) “Cuestan caras, pero suelen durar bastante más que las piletas. Además de filtrar el agua, sirven para vaciar el contenido rápidamente, sin renegar, pudiendo reciclar el agua para regar las plantas o lavar el auto. Utilizando estos aparatos eléctricos, y haciendo caso a las anteriores medidas, el agua puede durar casi toda la temporada”. Ya sabés: para el verano que viene, invertir en la bomba y santo remedio.

- Lavar la lona con jabón neutro o de lavar la ropa y una esponja. Sencillito y al pie. Nada de productos extravagantes para sacar la suciedad que puede ir generándose por fuera y dentro de la pelopincho.

- Secar muy bien la lona antes de guardarla al final de la temporada. “Si queda alguna gotita de agua, el año que viene será un hongo, y es imposible quitarlo. No agregar talco, ni producto alguno. Esta es una tradición de cuando la lona no era plástica, y sólo sirve para procrear las bacterias”.