Cualquiera podría decir que desde la Argentina debido a la situación económica, el precio del dólar y la falta de torneos de inserción, entre otros tantos motivos, abrirse camino, seguir adelante o mantenerse en la elite del tenis mundial sería prácticamente imposible. Pero la historia de Juan Ignacio Londero, Leo Mayer y Juan Martín del Potro en Roland Garros demuestran que todo impedimento sucumbe ante el talento, la garra y el deseo de superación.

Una de las primeras cuestiones a tener en cuenta es que sobre un cuadro de 128 jugadores que contempla el segundo Grand Slam de la temperada a octavos de final accedieron tres argentinos, convirtiendo a este país con el mayor número de tenistas en esa instancia y con historias tan diferentes como la vida misma

Londero tiene 25 años, es de Jesús María, Córdoba, ciudad de la doma y el folclore, pero su padre fanático del tenis lo llevó a jugar desde pequeño, cuando empezó a tener buenos resultados a nivel nacional le costeó con gran esfuerzo un centro de entrenamiento en Buenos Aires. Con el tiempo empezó a competir en torneos de inserción con los que juntó sus primeros puntos de ATP, pero al “no tener un peso” en 2017 abandonó el tenis. Al año siguiente su familia juntó plata y lo instó para que volviera al menos por seis meses y pasó de “cero a cien”. Ganó dos challengers que le permitieron participar del ATP 250 de Córdoba en el que también se consagró campeón, se metió en el top 100 por lo que obtuvo el ingreso directo a Roland Garros y reescribió su historia. Este domingo en octavos de final compartió escenario con el jugador más grande de todos los tiempos sobre polvo de ladrillo, el 12 veces campeón en París, Rafael Nadal.

Mayer es correntino, tiene 32 años, número 68 del mundo y amplia experiencia en esto de recorrer el circuito mayor. Su mejor ranking fue 21° en 2015, tiene dos títulos de ATP en Hamburgo y fue una de las piezas claves en el equipo argentino que ganó por primera vez la Copa Davis en 2016. En octavos de final cayó en manos del considerado más grande de la historia de este deporte, Sir Roger Federer, después de haber disputado un gran torneo.

Mientras que lo de Del Potro es el más claro ejemplo de lucha y perseverancia. Es reinventarse y empezar de nuevo, casi de manera constante. A sus 30 años ocupa el puesto número 9 del ranking mundial después de superar tres operaciones de muñeca y una fractura de la rotula de su rodilla derecha -entre otras lesiones- que lo mantuvieron alejado de las pistas durante largos periodos de tiempo en distintos momentos de su carrera, en muchas oportunidades con pronóstico incierto que lo dejaron borde de su retiro. Por un lugar en cuartos de final se medirá este lunes ante ruso Karen Jachánov.

Aunque tampoco se debe dejar de tener el cuenta al “Peque” Diego Schwartzman, 20° del mundo, quien cedió su lugar para llegar a octavos con el correntino Leo Mayer. En suma, el tenis argentino se mantiene firme y considerado, sin importar los distintos procesos que puedan afectar al país. El talento logra ubicar las cosas y la historia continúa.