“La fiera esta suelta en el patio de su casa” decía el comentarista del partido de la final de Roland Garros mientras Rafael Nadal desplegaba su mejor versión y le iba quitando el sueño al austriaco Dominic Thiem de quedarse con su primera corona en París.

Implacable, Rafa derrotó a Thiem por 6-3, 5-7, 6-1, 6-1 y levantó su 12ª corona en el Abierto de Francia, lo que lo convierte en el primer jugador de la historia en alcanzar esa cifra en un mismo torneo de Grand Slam.

“Junto con mi equipo no sabíamos si íbamos a poder a volver estar aquí, por lo que este título significa mucho para mí, pero no hubiese sido posible sin ustedes, gracias por apoyarme. No puedo explicar la emoción que me da y levantar la 12ª Copa de Los Mosqueteros”, dijo emocionado Nadal y agregó: “Yo entiendo perfectamente lo que es perder finales, pero si tengo que perder aquí en Roland Garros espero que sea contigo Dominic. Eres una gran persona”.

Sus expresiones no son poca cosa, a sus 33 años ya se enfrentó a dos nuevas generaciones de jugadores a los que les demostró que aún permanece vigente y que sus duelos ante Roger Federer –otros de los veteranos del circuito- siguen siendo los más esperados por los amantes de la raqueta, así como por los organizadores de los torneos, sponsors, medios de comunicación, casas de apuestas y la lista sigue.

Pero muchos se preguntan qué le puede quedar pendiente a un jugador que logró casi todo en el universo del tenis, que en su carrera como profesional conquistó la exorbitante cifra de 82 títulos y lleva ganado más de 107 millones de dólares en premio, sin contar los ingresos por patrocinio que triplican ese número.

Y es que la máxima de Rafael Nadal es poder alcanzar y superar ese número que tan celosamente persigue, que son los 20 Grand Slam ganados por Federer y al que le faltan -incluido el de hoy- dos para pelearle al suizo el mote del “más grande de todos los tiempos.