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La partida presupuestaria asignada para la UNR en 2016 contempla una erogación de 207 millones de pesos para gastos de infraestructura. De ese total, 45 millones están destinados para obras en el Politécnico, escuela que funciona bajo la órbita universitaria. Los fondos sirven para completar los trabajos edilicios que comenzaron en 2010 con el objetivo de apuntalar un inmueble que tiene una extensión de 18.000 m2 y una antigüedad de más de 80 años. 

Los planes se trastocaron al modificarse el escenario económico. El presupuesto de las universidades nacionales fue aprobado a fines del 2015 con proyecciones que indicaban una inflación anual no mayor al 20 por ciento, un valor del dólar promedio anual de 11/12 pesos y un cuadro tarifario de servicios públicos sin grandes modificaciones.

Las estimaciones de autoridades, docentes y alumnos es que el presupuesto de la UNR no alcanzará para cubrir todos los gastos del año. Casi todo el dinero se utilizará para pagar sueldos, por lo que se desfinanciarán otros rubros como becas, obras e insumos. La partida extra que anunció el gobierno (25 millones para la UNR) apenas servirá para pagar la luz, el agua y el gas. 

La falta de fondos ya se siente en el Politécnico. Desde el Centro de Estudiantes (CEP) denuncian que las dos obras proyectadas para este año aún no arrancaron. Se trata de la última  reparación de las cubiertas de los talleres (un viejo reclamo) y los techos de los salones sobre calle Ayacucho.

“La proyección era que las obras arranquen a principio de año. Pero está todo parado. Lo más urgente pasa por reparar la cubierta de los talleres de fundición y soldadura, que sigue clausurado. Vemos un panorama negro porque el presupuesto de la UNR quedó muy desactualizado”, explica Agustín Riccardi, secretario del Centro de Estudiantes.

Como si fuera poco, el pasado fin de semana la cantina sufrió un incendio que provocó la destrucción total del espacio. Riccardi señala que los fondos para la reconstrucción saldrán de la concesión  y no de las arcas del instituto,  aunque detalla que el desperfecto técnico que desató el siniestro no hace más que desnudar las falencias estructurales del edificio en cuanto a las instalaciones de gas, electricidad y agua.   

La preocupación de los alumnos excede al tema obras. Plantean que la escasez de recursos afectará el normal funcionamiento de la escuela. Por lo pronto, muchos de los gastos de mantenimiento salen de la caja de la cooperadora. “El tarifazo de la luz es todo un problema, a tal punto que se analiza suspender el turno noche para ahorrar en electricidad”, afirma Riccardi.  

Lo que se hizo y lo que falta hacer

El reclamo por obras en el Politécnico ganó notoriedad pública a mediados del año pasado tras la decisión de suspender los talleres por el “pésimo” estado de las instalaciones. La denuncia fue acompañada por una revisión técnica confeccionada por los inspectores de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo (S.R.T), dependiente del Ministerio de Trabajo de la Nación. 

El informe arrojó 127 irregularidades que ponían en riesgo la integridad física de los 2.000 estudiantes y los 540 trabajadores docentes y no docentes que se desempeñan en el instituto. La observación más grave advertía  de muchos “sectores con riesgos de desprendimiento de caída de techos”.

Desde la UNR respondieron a la denuncia con la creación de una “unidad ejecutora de obras y mantenimiento” para supervisar todos los trabajos en marcha. Además, las autoridades del Politécnico emitieron un comunicado en donde se daba cuenta de un “Plan Integral de Obras” que se venía ejecutando de “manera gradual y sostenida” desde el 2007. El texto hablaba de un estado “crítico” por la falta de inversión en infraestructura durante las anteriores gestiones. 

En el escrito se detallaban las obras realizadas en los talleres de Carpintería, Mecanizado y Electricidad; la renovación por completo de las instalaciones de los baños de hombres y mujeres del 3er piso y un llamado a licitación para la reparación de cubiertas del sector de Fundición y Soldadura. 

“Esta obra se solicitó pero nunca arrancó. Es fundamental para normalizar el dictado de clases. Al no poder trasladar los equipos por su peso, no se puede trasladar el taller a otro sitio. Estamos hablando de un taller que es obligatorio en la currícula”, detalla Ricardi.

Las obras ejecutadas en 2015 demandaron una inversión de casi 20 millones de pesos. Los recursos salieron del presupuesto del instituto, la Asociación Cooperadora, el Instituto Nacional de Educación Técnica (INET) y la Universidad Nacional de Rosario, en su gran mayoría.

“El tire y afloje por el presupuesto siempre existió. La sensación que tenemos es que hasta el año pasado peleábamos por lograr un salto de calidad en las condiciones de estudio y que ahora la lucha es por la subsistencia de la educación pública”, concluye el secretario del CEP.