Nueva York se hunde cada año entre uno o dos milímetros en promedio y esta catastrófica tendencia tiene una explicación concreta: el peso de sus rascacielos.

Según se detalla en un estudio publicado recientemente por la revista Earth's Future Journal, la parte baja de Manhattan, por ejemplo, se hunde a un ritmo de 2,1 milímetros por año, mientras que en otras zonas de la ciudad es el doble.

"Nueva York es emblemática de las crecientes ciudades costeras de todo el mundo en las que se observa un hundimiento", escriben los autores del estudio, "lo que significa que existe un reto global compartido de mitigación contra un creciente peligro de inundación".

Para calcular el riesgo que corre “La Gran Manzana”, los investigadores estudiaron datos de satélite para determinar la carga urbana que ha acumulado la ciudad y su índice de subsidencia (palabra elegante para referirse al hundimiento gradual de la tierra). Esto se hizo a lo largo de un periodo más largo del que se habían medido anteriormente los índices de hundimiento. Parte del hundimiento puede deberse al uso de relleno artificial o sedimentos blandos, pero los autores afirman que el peso de los edificios desempeña un factor clave.

"La presión acumulada ejercida sobre el suelo por los grandes edificios contribuye al hundimiento no sólo por el asentamiento primario inicial causado por la compresión del suelo y la reducción del espacio vacío, sino también por el posible asentamiento secundario causado por la fluencia en capas ricas en arcilla que puede continuar indefinidamente", dice el estudio.

La arcilla es famosa por ceder continuamente bajo la presión ejercida por los edificios más pesados.

"Preocupa especialmente", dice el estudio, "la posibilidad de que se produzcan asentamientos secundarios continuos a largo plazo en zonas densamente construidas cerca de las costas".

Como se prevé que en las próximas décadas las grandes ciudades de todo el mundo crezcan de forma desproporcionada con respecto a las zonas rurales, el peso del mundo pronto se concentrará aún más en lugares concretos. Ese peso puede llegar a ser demasiado para soportarlo ante la subida del nivel del mar.