Saber de taxidermia, y además poseer veleidades de inventor, puede resultar algo impresionante y de dudoso buen gusto. Es lo que le pasó a Bart Jansen, quien tuvo la insólita idea de diseñar y fabricar un drone con el cuerpo disecado de su gato Orville. Así como se lee, así como se ve en las fotos.

Jansen vive en Holanda, y desde 2007 colecciona animales muertos que aprendió a disecar y retratar en Observer’s Book of Roadkill: el libro del observador de animales muertos en la ruta, sería una traducción aproximada de la publicación en cuestión.

“Quería hacerle un monumento a mi gato que se llamaba así en honor a Orville Wright, uno de los hermanos Wright”, explicó el holandés acerca de uno de los pioneros de la aeronáutica.

“Con eso en mente, el monumento de mi fallecido gato tenía que volar. Hice un dibujo de un gato con una hélice que le sale de la espalda y dije ‘Hagamos un helicóptero'”, señaló.

Al cabo de un año de trabajo, y algunos intentos fallidos, el gato volador se hizo realidad.

 “Trabajamos sobre el helicóptero Orville durante un año de manera intermitente, y costó aproximadamente unos 2.500 euros sólo en lo relacionado con materiales, sin contar las eternas horas de trabajo experto”, reveló Jansen con orgullo y sin reparar en su extravagancia.

Jansen, que se describe a si mismo como un artista, ha convertido incluso ratas, tiburones y avestruces en drones voladores, y hasta llegó a convertir un tejón en submarino. “Nunca sé cuál será la próxima cosa pero lo que sí sé es que queremos construir un helicóptero para poder volar nosotros”, dijo.