Luego de confirmarse este lunes el cierre del bar cultural Berlín, artistas, productores y ex trabajadores del lugar compartieron su mirada para, desde diversos ángulos, crear un acercamiento a lo que fue esta histórica usina del under local. Las voces de los actores Cristian Marchesi y Miguel Franchi, la ex moza del bar Martina Armendariz, el programador Gerardo Stranieri y el músico Popono.

Miguel Franchi es el actor que con su reconocido personaje Germinal Terrakius comenzó primero a actuar en el viejo bar Zeppelin, que era en el subsuelo. “Era 1996 y vino Lulo a contarnos que iba a hacer el bar arriba, y empezamos a actuar en el escenario chico, un triángulo en una esquina frente al ventanal de la cortada, que estuvo los primeros años". Después se apostó en grande con el escenario en el fondo y los camarines que están detrás, y se consolidó la sala en la escena rosarina.

“Recuerdo cuando ensayaba o daba un taller de teatro una mañana y vino Lulo con una llave para contarnos que sumaba lo de arriba. Y Zeppelin se pasó a la avenida Belgrano que era de música solamente, con bandas de rock, sin teatro. Le ofrecimos la obra Detectives tropicales, y lo hicimos los domingos en una apuesta grande porque nadie tenía función un domingo y además eso no se usaba pero nos veíamos venir que nuestro trabajo de actuar iba a ser en los bares. Nosotros hacíamos shows sin que nos importara cuánto público iba. Teníamos muchas ganas de hacer teatro en bares y estamos dispuestos al fracaso, sólo estábamos impulsados por nuestro deseo de actuar. Y ya después la cartelera fue más variada con otras obras”, rememoró.

En 1998, Franchi siguió con Boogie el aceitoso y tuvo mucho éxito y muchas temporadas. Aun así el negocio no era rentable aún, "ni para el acomodador, porque el público iba mayormente en bicicleta", dijo entre risas. "Con los shows de Juan Pablo Geretto me acuerdo que la gente hacia colas afuera, y otro éxito fue la Agrupación Filodramática Te quisimos con Locura, Salvador Trapani. Fue después que empezaron a tocar las bandas".

Martina Armendariz era una muy jovencita estudiante de Comunicación que con una amable sonrisa detrás de sus gafas atendía a todos los asistentes en el café concert. “Yo empecé a trabajar en La Rockería, y los jueves trabajaba en el Berlín, que me gustaba más porque era más teatral. La Rockería era más un bar de recitales de rock, más cerveza y pogo que aturdía, muchos pibes que querían escabiar. En cambio en el Berlín había clientes jóvenes y gente muy grande también, todos re respetuosos con las mozas. Recuerdo los domingos de tango exitosos con Cholo Montironi y Leonel Capitano. Los clientes de tango te dejaban mejor propina”.

Los mozos eran todos estudiantes, y Martina recordó que el cocinero y el de la entrada estudiaban psicología. “El profesor de Redacción quería dar clases en el bar y nos llevó varios jueves a dictar la clase ahí mientras tomábamos cerveza. Fue re lindo. Disfrutaba mucho porque me hacía amiga de los clientes, y yo no era de salir mucho, así que para mí ese trabajo era como salir. Me pagaban por divertirme”, rememoró con una sonrisa.

El actor y director teatral Cristian Marchesi fue de los artistas que hicieron historia y en diversas épocas en el Berlín. Era parte de la afamada Agrupación Filodramática en los ’80, que salió de una primera generación de la Escuela Nacional de Teatro –la que luego fue provincial- y fue creada por Gachi Roldan, Luis Machín, Cristian entre otros, dirigidos por la Chiqui González. En diálogo con Rosarioplus.com contó: “Era 1994 y empezamos a hacer teatro en el bar universitario Salamanca, con la obra Adiós y buena suerte con Pablo Razuk, Negro Moyano, Cristian Cabruja, Adrián Giampani. Esa obra la continuamos después durante tres años en el Berlín. Fue entonces que comenzamos las obras de comedia Kamasutra Problem y después The Gaucho Way”.

Luego su disruptiva propuesta lúdica Los Jumpin Frijoles, o el Match de Improvisación, trajo la juventud universitaria y renovó los esquemas con la participación de los asistentes. “A pesar de la crisis, la gente venía más porque se notaba que necesitaban reírse. Fue mucho el auge esos años, y se llenaba y nos pagaban hasta con Lecop”.

Consultado por aquel fenómeno que a la par del Berlín ya es una propuesta veinteañera, Marchesi dijo: “Nunca se proyectó pensando en tener la continuidad que tuvo, se fue dando, y hemos trabajado en todos los bares de la ciudad. Después estuvimos durante varios años con dos funciones por fin de semana entre el Berlin y en el Café de la Flor. En paralelo tenía la obra de humor Tijuana Boys que duró también diez años”.

Esa propuesta para el actor “se puede seguir siempre que siga la diversión, porque su estructura funciona, es un gran entrenamiento para los actores, un gimnasio teatral”. En 20 años de existencia fue cambiando mucho de generaciones y pasaron más de 50 actores por el Match.

“El Berlín es un lugar que quiero mucho, pasaron artistas tan importantes, y Lulo propició que existieran espectáculos con mucha convocatoria. Fue un gran espacio de lo humorístico y también de un halo rockero. Eso era un atractivo para el público, que se sentía en una cofradía”, analizó el creador del Match.

En su opinión “el bar cobijó una gran efervescencia artística del momento. Lamento que cierre pero quizás es lógico con la crisis actual es difícil sostenerlo. Cada vez tenemos menos espacios. Fue un espacio importante para Rosario y no creo que haya otro como ese –aunque ahora hay nuevos con propuestas musicales similares- porque fue por muchos años, dándole entidad a muchas producciones. Berlín requiere que alguien haga una investigación y que alguien escriba un libro. Los últimos años quizás pasó el furor, se fue apagando antes de la pandemia”.

"'¡Con alegría che!", pregonaba Popono cada noche en los bajos del Berlín y arriba de las tablas. Sobre aquellos tiempos recordó: “No había lugares para que vayamos los músicos de rock, no había muchos lugares para tocar tampoco. Era un lugar de encuentro donde te daban pelota, te abrían las puertas. Ya uno iba directamente para el bajo como le decíamos. Íbamos a tocar y a ver otros amigos. Nos daban cabida, nos daban tragos, era importante tener un lugar así. Con Los Vándalos llegamos a tocar también en Zeppelin".

Gerardo “Yanqui” Stranieri fue programador del Berlín más de seis años y de forma esporádica, “a veces seis shows en tres meses, otra vez un solo mes y así”. Cuando surgía un show con la capacidad, escenario y público sentado, lo proponía al Berlín. Sobre esos tiempos recordó: “Trabajé con muchas bandas locales en el bar, como Degradé, El Regreso del Coelacanto, traje a Palo Pandolfo, alguno de humor". Para él “la crisis del Macrismo y después la pandemia hicieron que cierren muchos bares culturales porque se hizo insostenible con los permisos municipales y la economía. Hoy faltan bares culturales con esa diversidad de programación artística y que también sean bailables”.