Este fin de semana Érica Rivas estuvo en la ciudad con Matate amor, la obra dirigida por Marilú Marini y basada en la novela homónima de Ariana Harwicz. Es la segunda vez que viene a Rosario con la obra y la segunda vez que agota. La primera fue el año pasado, esta vez el equipo ya piensa en la posibilidad de regresar durante este mismo año ante la cantidad de rosarinos que se quedaron con las ganas.

El miércoles por la noche ya era imposible conseguir entrada. No quedaba ni una disponible en ninguno de los tres días de funciones (viernes, sábado y domingo) en el Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC). En una entrevista en exclusiva con Sí 98.9 Érica agradecía la recepción: “Es un regalo, un tesoro y una ganas de que me vuelvan invitar. Ojalá que podamos hacer esto muchas veces más. Yo estoy feliz y siempre muy agradecida del acompañamiento del público”.

Érica entra a la sala para atender a los periodistas. Estamos en el galpón del CEC y a un costado de la recepción a la prensa ya está todo dispuesto para la primera función que será unas 24 horas después. “Es una función muy única”, anticipa. Es que el escenario, lo vemos, está dispuesto de manera tal que los ventanales que dan al río Paraná sean el fondo sobre el que Érica se fundirá para encarnar a esta madre que se desconoce en el rol que habita.

Érica Rivas con "Matate amor": reflexiones sobre un éxito revelador

Pero esa extranjería, esa extrañeza con la maternidad o, mejor dicho, con los discursos hegemónicos sobre lo que es ser madre y los sentimientos que de ellos emanan, no son sinónimo de soledad. Érica lo remarca cuando dice que “más allá de que sea un unitario, no me siento sola en el escenario. Es la sensación de estar hablando con Marilú o con Ariana misma con quien tuvimos un proceso de creación compartido en relación a la letra y a la puesta en escena, pero también está mi hija ahí, yo misma como madre. Es difícil explicarlo, pero son presencias”. 

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Al espectador, más fácilmente a la espectadora, le sucede algo similar. La sensación de estar siendo hablado por un texto, de estar junto a la actriz en ese escenario, y más aún, de haber estado ya en esos pensamientos. Haber habitado ya esas palabras que al decirse con esa afección que Érica porta y el humor que hace carne, libera el peso de un mandato que sigue vigilando a las maternidades. 

“Mucha gente que ha leído la novela no ve el humor en el texto, y yo lo sentí de inmediato. Es cierto que tengo una tendencia a que mi lectura vaya en ese tono, porque siento que el humor tiene una profundidad que habilita a entender cosas que son inexplicables, que no se pueden trasmitir de la manera corriente, pero a través de la risa las entendemos”, aseguró. 

La extranjería le permite a la actriz pensarse sin ser, mirarse sin anclajes en lo que debería ser. En el momento político turbulento que estamos viviendo Rivas se tomó unos minutos para reflexionar sobre el constante ataque de parte del jefe de Estado sobre lo construído en el ámbito cultura, pero también científico y académico. “Necesito que en este momento volvamos a reivindicar el humor, la risa, el encuentro, la suavidad, el buen trato”. 

“Siento que es una programación que viene a destartalar todo lo conseguido en materia de derechos. Hay algo que nuestra directora nos lo dice y yo lo repito al final de las funciones y es que ante el avance de la destrucción nosotros debemos resistir, persistir e insistir”, expresó. 

En este sentido aseguró que en sus viajes al exterior gracias a la actuación pudo hablar con colegas de otros países quienes halagaban el teatro argentino. La mirada desde el afuera sobre lo que nosotros considerábamos dado. “Quizás debimos tener miedo a perderlo para valorar todo lo conseguido y me parece importante abrazarlo”. Sentirse un poco extranjero para pensar ciertos fenómenos incluso lo que nos pasa y nos toca en lo más hondo. De este mismo modo la obra interpela. 

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#EstamosDeVuelta - Erica Rivas by Sí 989