La ley de Identidad de Género en la Argentina regula la autodeterminación de género, es decir que una persona puede cambiar su sexo en el DNI solo con su voluntad, sin exigencias de tratamientos hormonales o informes médicos. Lo que en su momento desató una controversia que impactó de lleno en el ámbito deportivo, el tenis en el país lo pudo adecuar, si mayores inconvenientes.

Esta Ley, además de las consideraciones que establece, tiene un apartado para el deporte que indica que tendrá que alinearse a las normativas que instituye cada Federación, pero deberán que ser justificadas y proporcionadas. Por lo que toda persona tiene derecho al desarrollo de actividades deportivas conforme a su identidad de género.

A nivel internacional, el Comité Olímpico Internacional delegó a cada Federación la potestad de desarrollar sus propios criterios de elegibilidad a partir de investigaciones específicas de cada deporte. En el tenis, más allá de las leyes vigentes, tuvo predecesores a nivel local, nacional y mundial.

La indiscutible precursora, allá por la década del 70´, fue Renée Richards quien desafió a todo el orden establecido, tras realizarse una cirugía de cambio de sexo en 1975 y acudir a la justicia con un fallo favorable, comenzó a disputar el circuito femenino de tenis donde ganó varios títulos como mujer y se ubicó entre las mejores del mundo.

Pero antes que la sanción de ley de Identidad de Género, Rosario fue unas de las primeras ciudades de país en incluir en un cuadro de un torneo profesional de tenis a una jugadora trans. Se trata de la chilena, Andrea Paredes Van Roth, quien disputó Women's con 10 mil en premios, allá por el 2011.

Paredes Van Roth se convirtió en la segunda tenista transexual en la historia de este deporte en jugar de manera profesional, después de Renee Richards. En la actualidad, y si bien cabe aclarar  que nadie está obligado a develar su antiguo nombre, en la Argentina se destaca Mía Fedra, por ser la primera tenista transgénero del país y compite en el circuito oficial.