Como en una novela policial, las tramas que teje la violencia y el narcotráfico en la ciudad son complejas. Pueden decirlo los vecinos de villa Banana, quienes se encuentran en una situación que demuestra que, muchas veces, la realidad supera la ficción. Es que hay renovadas modalidades delictivas destinadas a matener vivo un negocio que tiene una matriz sumamente violenta.

El negocio asociado al búnker de droga, especie de cubo de cemento donde una persona encerrada vende estupefacientes a través de una pequeña ventana, ah mutado. Ya no se construyen bunkers: ahora el modus operandi radica en despojar a familias de sus hogares para instalar allí kioscos de droga, con la idea de que el comercio se haga camuflado y no llame la atención. 

Esta metodología fue incentivada por uno de los narcos que lideraba el barrio, apodado Pandu, señalado como responsable de varios asesinatos, quien hoy se encuentra en prisión preventiva sin plazo a la espera de un juicio oral y público, según informaron a Rosarioplus.com desde Fiscalía de Homicidios.

Esa es la nueva filosofía de los narcos en villa Banana. Desde que Pandu está preso, “disminuyó un poco la modalidad, pero sigue vigente”, plantean en la zona. Básicamente, la modalidad consiste en “amenazar y amedrentar” a las familias para que “se vayan de sus hogares”, de modo que “puedan instalar allí kioscos de droga”, detalló a Rosarioplus.com Facundo Peralta, integrante la ONG Causa y Efecto, que trabaja con políticas sociales en la zona desde hace más de diez años.

En coincidencia con Peralta, Carolina Vicente, referente de Comunidad Rebelde, una organización sin fines de lucro que nació a partir del derrumbe de un búnker donde luego instalaron un centro comunitario, aclaró: “Acá en Triángulo (parte de villa Banana) se lucha todo el tiempo para sacar a los pibes de la droga. De a poco, estamos mejorando la situación, pero al caminar un poco por fuera del perímetro se nota que el narcomenudeo sigue muy presente y se sabe que todavía copan casas para destinarlas a la venta de droga”.

“Siempre tratan de generar algún conflicto con distintas familias que, de alguna forma, justifique el hostigamiento constante hasta que se vayan de sus casas”, especificó Peralta. Agregó: “Se instaló el narcodelivery también, que es una forma más difícil de detectar porque se mueven por todos lados con pequeñas dosis y la transacción es muy rápida”.

En este marco, son muchos los vecinos que suman además otro reclamo. Denuncian “abuso de poder” por parte de Gendarmería. “Ellos estigmatizan todo el tiempo y ven narcos donde hay pibes con gorras, por lo que el maltrato es constante en el barrio”, aseveró Vicente desde Comunidad Rebelde.

De alguna manera, “el que es pobre es delincuente –reflejan desde la ONG-, pero tiene que ver con esta política de ‘Mano Dura’ que tienen”, planteó el dirigente. “Su metodología es mediante el maltrato, la denigración, el desprecio hacia los pibes por el solo hecho de ser pobres”, resumió.

Por otra parte, desde ambas organizaciones resaltan que en los tiempos en que Pandu lideraba el barrio, “tanto las comisarías 13º como la 19º siempre trataron de desligarse del tema, al punto de que no tomaban las denuncias”.

Ante las repetidas denuncias por falta de respuesta de autoridades y policía, hoy la lucha contra la narcocriminalidad y la marginalidad social la están dando organizaciones sociales junto con vecinos, quienes buscan cambiar las cosas y ofrecer caminos alternativos a muchos pibes que hoy tienen como juguetes armas de guerra y juegan a ser sicarios.