Pasadas las 21:15 del viernes, y sin que se corriera ningún telón, los primeros acordes de “Chico Dinamita Amor” empezaron a sonar en el Galpón 15 de la franja joven del río, convertido en una especie de cráter lunar en el cual se podía llegar a ver el espacio estelar de Coki & The Killer Burritos.  Esta vez sin guitarras, con dos teclados, batería, bajo y sintetizadores. Suficiente como para revalidar la fidelidad del público que la banda supo ganarse desde su formación, hace veinte años atrás.

Coki Debernardi y sus músicos siguieron sin detenerse con “Villa Cristal” y “Barquito”, para calentar la noche con este trío de canciones de su último álbum. 

Fue el prólogo de una velada exquisita, repartida en dos funciones que la banda transitó con solvencia.

“La tormenta”  y “Un millón de dólares falsos” hicieron levantar un poco más la voz del público, súper respetuoso pero entregado al trance de la experiencia en La Franja del Río. 

Con el piano de Ricardo Villaseca y Tomás Gagliardo como soporte prolijo en los otros teclados; “Milagros” envolvió a la gente.

Para otro golpe en la lona y algún nostálgico que hubiera por ahí, sonó “Mi Parrillada”. Y el revival dio lugar a un: “Genio!” de un espectador a quien Debernardi devolvió con un “Gracias”.

“Perdida” en clave pop fue el quiebre del recital. Siguió la impecable “Llueve en la ciudad”, y luego “La noche que se fue sin mi color”,  “Nos vemos” y “Lua”, la antesala del viaje al fin del cosmos.

Los burritos asesinos cerraron el concierto con "Medallita", y volvieron a escena para los bises con “Siempre puedes olvidar” del maestro Charly García y “Alfombra voladora”. 

Telón y final. El muchacho de Cañada de Gómez y su banda volvieron a brillar el viernes junto al río, como ya es una costumbre: brindar un concierto envolvente, una experiencia más que un simple recital.