Este martes se estrenará Balas perdidas en la Televisión pública, una serie de 13 capítulos que relata el “Robo del siglo” ocurrido en 1992 en el Tesoro Regional de Rosario, que funcionaba en el edificio del Banco Provincial de Santa Fe, en San Martín y Santa Fe. En aquella oportunidad una banda de delincuentes birló 30 millones de pesos a partir de una maniobra fraudulenta aprovechando el traspaso del austral al peso en el marco de la Convertibilidad.

La dirección es del rosarino Hugo Grosso, quien aunó su pasado como bancario con lo atrapante de una historia de delincuentes que no utilizan la violencia sino la trampa y la astucia. “La épica del ladrón de guante blanco y de ciertos modus operandi a mí me seduce de alguna manera porque son obsesivos. Se mueven con mucha frialdad, incluso en la cárcel siguen maquinando detalles, es un universo profesional”, develó el cineasta a Rosarioplus.com.

Su pasado como bancario a Grosso le sirvió para ahorrarse el entendimiento de aquel mundo: el humor, los modismos, el lenguaje de época no requirió investigarlos a fondo. Incluso contó que en el guión hay muchas citas textuales de ex compañeros del banco que le contaron los rumores, hipótesis, y trascendidos de aquellos días de estupor en los pasillos de la entidad.   

El rodaje se realizó en Rosario con muchos rosarinos en el elenco. Más de la mitad de la serie se filmó en el edificio que albergó al ex Banco Nacional de Desarrollo (Banade), en Santa Fe y San Martín, frente a la sede del ex BPSF. En ese inmueble actualmente funciona un archivo de la Justicia federal. “Han quedado de los años setenta máquinas, sellos, máquinas de billetes, calculadoras, escritorios, hasta los ceniceros logramos reciclar. Fue muy fuerte desde lo visual por ser elementos reales de aquellos años”, explica.

Grosso reveló que el guión lo terminó de completar con el expediente judicial al que accedió en los tribunales de Comodoro Py por medio de un abogado, lo que le permitió profundizar la investigación y le abrió otros caminos. “El lenguaje judicial tiene una forma expresiva que abre un universo y ofrece muchos disparadores”, observó.

El robo

En aquel momento el Plan de Convertibilidad ya estaba en vigencia, pero hasta fines de 1992 en la economía argentina convivieron el peso y el austral. El Tesoro Regional de Rosario, que funcionaba en la sede del Banco Provincial de Santa Fe, captaba los australes para reemplazarlos por los billetes nuevos. Por esa clase de operaciones, a un funcionario del Tesoro no le costó creer en un llamado que provino supuestamente desde el Banco Central y en el que le comunicaban que en esos días debería recibir a una delegación comisionada a Rosario para retirar 30 millones de pesos/dólares para abastecer a otras sucursales.

Las complicidades investigadas fueron varias: la banda de delincuentes encabezada por Héctor Tito Rima (Luis Machín), personal del Banco Central y por supuesto del Tesoro Regional. Recién en 2001 terminó el juicio que generó sabor a poco. La mayoría de los imputados resultó sobreseída y el famoso Rima nunca cayó en las manos de la Justicia.

Es justamente el juicio lo que abre el juego de entrada en la serie. Todos los capítulos empiezan y terminan con lo sucedido en tribunales. En rigor, se trata de una estructura narrativa de racconto, que va y viene del 2001 al 1992.

Reflejo de época

Según Grosso, el fraude que se registró en el Tesoro Regional hasta la finalización de la historia en el juicio de 2001, es un poco el “reflejo de todo lo que pasó por esa época signada por una administración bastante fraudulenta”.

“En la construcción de los personajes, de los delincuentes, siempre está la idea de que hay un ladrón mayor que da las órdenes en las sombras y que no se expone. Por ejemplo, esta idea de que el dinero desapareció y no se sabe dónde está o sirvió para pagar prebendas, replica ese momento en que la plata se fumaba sin que los argentinos sepamos el destino”, razonó el director que desde hace cinco años reside en Buenos Aires.