“Yo vengo todas las semanas, por un problema personal. Es difícil de explicar con palabras lo que se siente, básicamente a mí me ha ayudado mucho, y es por eso que vine hoy y voy a seguir viniendo”, reafirma Patricia mientras apronta el termo y el mate, dispuesta a esperar lo que sea para ver, oír y sentir a Leda Bergonzi, el nuevo fenómeno de fe popular que en los últimos días revoluciona al barrio de Pichincha con una marea de fieles que aguarda largas horas en la vereda de la parroquia Inmaculada Concepción, en Ricchieri y Catamarca.

Patricia sabe que la misa del martes comenzó a las 5 de la tarde, y Leda bendijo a la última persona a las 4 de la madrugada del miércoles. Está dispuesta. El fulgor convencido de su mirada lo confirma. 

“La persona que viene aquí sabe que debe esperar al menos 7 horas para poder ver a Leda, por eso hay que venir preparado”, le advierte a RosarioPlus.com. Como hace décadas ya lo hace el sacerdote Ignacio Peries en el barrio Rucci, ahora es esta rosarina, laica, madre y esposa, a quien algunas personas le atribuyen capacidad de sanar mientras ella aclara que todo es “obra de la fe en el Señor”. 

Así transcurren sus maratónicas sesiones de oración, con bendiciones por doquier e imposición de manos, tal el fenómeno emergente entre la feligresía católica de Rosario.

Las primeras reposeras para esperar la misa vespertina amanecen frías en la vereda. Frazadas, termos, galletitas, facturas. Para las 9 de la mañana la gente ya rodea la manzana en hilera. Para la tarde, la fila alcanza 10 cuadras. Tucumán… Callao… y más. 

Hay personas que llegan desde otras ciudades y pasan una noche entera a la intemperie, para estar primeros en la fila y así poder asegurarse un lugar dentro de la parroquia para cuando la misa comience.

Una fuente municipal reparó incluso en que alrededor de este fenómeno litúrgico hay colaboradores que antes participaban de la misión del párroco Ignacio Peries y que ahora recalaron en torno a Leda.

El fenómeno Leda transformó la dinámica de Pichincha. Hasta ahora su agite provenía de la movida nocturna y bolichera, pero esto es otra cosa. 

Hay muchos vecinos que acusan la invasión y murmuran el fastidio de toparse con los creyentes en la puerta de su casa. Pero los comerciantes no, al contrario. Valoran el movimiento de feligreses, clientes ocasionales de comida y bebidas. 

El chino de calle Salta le puso precio hasta al agua caliente que ofrece para el mate de los fieles en espera. 

Entre el público predominan personas mayores, pero también jóvenes que hasta ayudan en la organización del evento, recorriendo la fila y entregando café o agua caliente para aligerar la espera. Para las personas con problemas de movilidad hay una fila aparte, con prioridad, que en este caso se encontraba en Catamarca al 2900. 

El movimiento es tal que el municipio tuvo que disponer un operativo con agentes de Tránsito y de la secretaría de Control. “Tuvimos que instalar 4 baños químicos que no dan a basto y ya sabemos que hasta entrada la madrugada, esto no termina” comenta uno de los agentes al pasar.

Con el correr de las horas fieles son cada vez más y la cola ya tiene dos manzanas de distancia y continua por calle Tucumán hasta la intersección con Callao. Además se suman comerciantes que así como en la cancha venden camisetas o banderas en este caso los productos a la venta son estampitas y rosarios. El ingenio popular no descansa. Un inspector municipal labró un acta contra una mujer que recorría las inmediaciones ofreciéndose a ocupar un lugar en la fila a cambio de unos pesos. Y no faltan las discusiones tensas ante la persistencia de algún colado ventajero. 

Igual queda poco. La Municipalidad le ofreció a Leda y a su esposo el predio de el ex predio de La Rural, en Oroño y 27 de Febrero, para que allí sí pueda congregar toda la gente que pueda sin alterar el entorno.