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La desaparición de una mujer en la localidad de General Lagos, en marzo pasado, se reveló este miércoles como un femicidio que estuvo impune hasta ahora, con el hallazgo de los restos en el pozo de un molino de tapera, cerca de la autopista Aramburu. Y el esposo de la víctima acabó por confesar el crimen como desenlace de una pelea. 

Las fuentes oficiales no informaron qué determinó que este miércoles a las 16.30 una partida de la Policía de Investigaciones llegara hasta una casa de General Lagos, en Sarmiento al 500, en busca de José María C. Este hombre, de 64 años y oriundo de Paraná, no estaba en la vivienda, pero sí una mujer que acompañó a los agentes hasta una finca rural, en las afueras del pueblo, a la altura del kilómetro 275 de la autopista a Buenos Aires.

Por orden del fiscal Adrián Spelta, los policías desplegaron perros buscadores  que pronto se enfocaron en el pozo del molino de la tapera. Los bomberos entonces buscaron en el fondo, descendieron y encontraron dos bolsas de arpillera con restos óseos.

El hallazgo precipitó los acontecimientos. El hombre buscado había llegado en esos momentos, por lo que quedó detenido de inmediato. Según el Ministerio de Seguridad, confesó que esos restos humanos habían sido en vida su esposa, Elsa M., de 61 años. Aunque no recordó la fecha exacta estimó que en marzo tuvieron una discusión, que se golpearon mutuamente y que él la ahorcó con una soga. La dejó allí y se fue. Y al regresar, notó que la mujer había muerto, por lo que optó por arrojar embolsar el cuerpo y tirarlo al pozo. También ahí la policía secuestró ropa, una soga y un machete.

C. transcurrió los meses siguientes con la versión de que su mujer se había marchado para no volver. Quedó detenido, a la espera de la audiencia imputativa que Spelta impulsará este lunes.