Durante el mes de febrero, se pudo conocer en Europa la magnitud del negocio de drogas en una era donde aparecen nuevos jugadores mundiales. Tras varios operativos se logró incautar 23 toneladas de cocaína dentro de contenedores que habían sido descargados en las terminales portuarias de Hamburgo, en Alemania, y Amberes, Bélgica. Según se estima, el decomiso tiene un valor de 600 millones de euros.

Como estrategia, la droga secuestrada estaba dentro de envases de masilla enlatada de la marca Fox Colors, que se produce en Paraguay, con ladrillo envueltos en una cinta plateada con un relámpago rojo estampado. La latas, más de 1700 que fueron descubiertas en Hamburgo, según informaron agencias internacionales.  

Otro dato, los contenedores que salieron desde Paraguay hicieron trasbordo en Argentina, y por ende se entiende que recorrió el río Paraná con su ineludible pasaje por la costa rosarina. El barco que trasladó la mercancía es un carguero de bandera panameña que terminó su viaje en Alemania. En tanto las autoridades judiciales del país guaraní pusieron en duda que se haya utilizado la modalidad rip off, una práctica de camuflaje de drogas disimulada con un cargamento legal sin que su dueño se entere, ya que la cantidad es demasiado grande.

Asimismo a la hora de saber quiénes son los responsables de enorme envío, se deslizó que podría ser la fuerza de choque y mafia brasileña conocida como el Primer Comando Capital (PCC) que tiene su base histórica en la ciudad de San Pablo y disputa su territorio y los negocios de narcotráfico, sicariato y extorsión con el Comando Vermelho (del portugués, Comando Rojo), su archirrival de la ciudad de Río de Janeiro. Este grupo paulista fundado por presos a principios de los `90, tiene sus ramificaciones en Argentina ya que algunos de sus miembros se encuentran detenidos en cárceles de nuestro país.

Según los investigadores, el buque partió de la ciudad de Santos el 19 de enero y arribó en Hamburgo el 9 de febrero. Sin embargo, de acuerdo al diario Infobae, la embarcación amarró por 48 horas en el puerto de Buenos Aires. En el primer día de su amarre se cargó un contendedor con 16 toneladas de drogas que habían llegado desde Paraguay navegando por el Paraná a bordo de una barcaza con número de identificación BZA PAR 10003 V.71S. Ese contenedor estuvo dos semanas en el puerto de la Ciudad de Buenos Aires sin que nadie lo inspeccionara ya que se consideró a su contendido como mercadería en tránsito.  

Desde Paraguay se llevó adelante un allanamiento por parte de la SENAD, autoridad antidroga de ese país, con el fin de dilucidar el hecho y dar con los responsables del embarque a través de los papeles de envío que fueron ratificados por Aduana.  

“El trasbordo desde una barcaza a un buque apto para cruzar el océano es una operación habitual en el puerto de Buenos Aires. Este procedimiento se lleva a cabo mediante una operación sumaria. No se registran ni importaciones ni exportaciones de ningún tipo ya que la mercadería en tránsito nunca ingresa al país”, asegura una fuente en el Estado.

En cuanto a argentinos involucrados en la operación, no hay evidencia alguna de que así sea, tampoco en la documentación con la que cuentan los investigadores de la PROCUNAR. Los nombres y empresas son radicados en Paraguay. De todas formas, Aduana compone en estas horas un informe con imágenes de la barcaza y el buque para entregar a la Justicia.

Para la Argentina, esto podría dilucidar que el PCC concentraría su gran negocio fuera de nuestro territorio, una agrupación con un nivel de violencia y poder de fuego con el que ningún narco nacional podría competir, irónicamente un alivio. Por otra parte, 23 toneladas de droga es, literalmente, muchísima droga. La existencia de este stock es sencillamente alarmante. Quién la produjo y quiénes la negociaron configuran un potencial nuevo monstruo en el mapa del negocio mundial.