La capacidad de asombro de una Rosario asestada de balaceras y extorsiones parece no tener límites. Delitos ejecutados de una forma sumamente rústica, instigados muchas veces desde una cárcel, para los cuales no hace falta demasiado recurso: en el caso que se imputó este viernes en el Centro de Justicia Penal, por ejemplo, alcanzó con un celular en la cárcel de Piñero, una hoja cuadriculada, una moto y cero códigos. Esto último, porque el comercio extorsionado era uno en el que los acusados eran clientes.

El hecho ocurrió en febrero pasado y fue imputado por la fiscal Valeria Haurigot este viernes, acusando a Juan Damián “Bebe” Gusmán y su novia Verónica Alejandra Salguero, que actuaron junto a un tercer delincuente –no identificado en la causa- apodado “Gordito”. Desde una celda en Piñero, el principal acusado le decía a su pareja que pida 200 mil pesos a un comercio a cambio de protección. Se trataba -insólitamente- de la carnicería de su propio barrio. 

- “Cuchá. Llevalo hasta el semáforo y espéralo en la otra cuadra. Que él cruce hasta ahí y le dé el papel” -, le dice él por teléfono. Antes, ella le pide que se comunique por WhatsApp, pero él se queja porque no tiene buena señal de Internet en la cárcel.

-“¿Y cuál era?” -, pregunta Verónica, que deja en claro que no tenía idea dónde debía ir a ejecutar la extorsión.

- “La Felix, ahí pasando Rouillon” -, le recuerda su novio “Bebe”. El comercio al que debían apretar queda en Boulevard Seguí, pasando el cruce de Rouillón, en la zona sudoeste de Rosario.

-“¿La que vamos siempre?”, interroga ella.

-“Sí, esa”, confirma Gusmán.

La llamada entre "Bebe" desde Piñero a su novia ordenando la extorsión.

Finalmente, tal cual demostró la fiscal Valeria Haurigot en audiencia imputativa realizada este viernes en el Centro de Justicia Penal ante el juez Foppiani, Verónica Salguero “trasladó en una motocicleta aún no identificada a un masculino aún no individualizado, pero apodado ‘Gordito’ hasta las inmediaciones de calles Segui y Rouillón. Una vez allí, el masculino descendió de la moto y se dirigió al local comercial tipo carnicería llamado Félix, golpeó la ventana del lugar y al ser atendido por su titular le entregó en mano una nota de papel que rezaba: "FELIX COMUNICATE YA 3417530260”

El “Gordito” sumó unas palabras a lo que decía la nota: “Tomá, entregale esto a Félix y en una hora pasamos a buscar la plata”. Enseguida, se dieron a la fuga con Verónica, ambos en la moto.

La dueña de la carnicería llama al número que figuraba en la nota y es atendida por Juan Gusman desde la cárcel de Piñero, que le dice: “Vamos a ir a buscar la plata. (…) Ya sé que vos creés en Dios, ni Dios te va a salvar de esta, vas a terminar con un tiro en la panza (…) La policía está con nosotros, tenés que pagar la zona. Te vamos a cagar a tiros hasta que cierres”. Desde la misma línea, le manda luego un mensaje de WhatsApp a la amenazada, pidiéndole $200.000 en efectivo. Instantes después de enviarlo, borra el texto enviado.

Los hechos se consumaron en su negocio un 22 de febrero y ese mismo día ella se comunicó al 911 para informar que un hombre “de tez trigueña, estatura media, aproximadamente 1,75 metros, contextura robusta, que vestía en su cabeza una gorra de color oscura y una remera de color rosa lisa, una bermuda de jean azul claro desgastada”, tal como lo describe la causa judicial, le había dicho en su ventana: “Tomá, entregale esto a Félix y en una hora pasamos a buscar la plata”, al tiempo que le daba un papel blanco doblado. La nota decía: “FELIX COMUNICATE YA 3417530260”.

Como la dueña de la carnicería no entregó el dinero, Fiscalía calificó el delito como “Extorsión en grado de tentativa”. El juez Nicolás Foppiani, que presidió este viernes la audiencia, dictó prisión preventiva para “Bebe” y su novia, por el plazo de ley. Y estableció: “La gravedad de la conducta de extorsionar comercios afecta la libertad, el trabajo y la convivencia. Es una conducta artera y cobarde, necesita una reacción del Estado que esté a la altura”. Para la fiscal Haurigot, lo dicho por el magistrado fue una valoración importante para entender la lógica de cómo funcionan este tipo de extorsiones a comercios.

Lo inentendible es que se repitan los casos en los que un delito es instigado desde una celda, habiendo una ley que establece la obligatoriedad de inhibir señales de celular en las prisiones.